Yaciendo en tu lecho de medianoche,
escucha debajo de la puerta
a los jóvenes que agotan su luz en suspiros;
llegará el día en que la penumbra los arrebate,
y en la oscuridad ya no podrán suspirar;
como la noche que alivia la pena del amante,
cúbrame con su piedad, ya que no hay mañana para mí.
En la tierra a la que viajo,
un lejano refugio me aguarda.
Su delicada cama está hecha de grava,
y en aquel gentil lecho yaceré;
con el pecho sofocado de cizañas,
descansando sobre otros,
cuya esencia era la luz,
y su destino es el polvo.
2 comentarios:
Que dura y fuerte poema.
Son de tu estilo.
Excelente autor.
Un beso grande.
Pero es un precioso poema, verdad?
Gracias por las Visitas a este Rincón,,, besos Luján.
Publicar un comentario