lunes, 25 de julio de 2011

UNA NUEVA VIDA. 15ª Parte: Divina Locura.




- Ya veo, aun sentís algo muy fuerte por mi difunta hija.- me dijo la Madre de Ella.
- Sí, así es.- le respondí bajando la cabeza.- Siento haberos hablado así, os pido disculpas, no quería hablaros en un tono tan alto, ni ofenderos. En absoluto esa era mi intención.
- ¿Ofenderme?- preguntó muy sorprendida, mientras se le saltaban las lágrimas.- Pero querido, como podría ofenderme por eso. Es más, como Madre me siento muy orgullosa, de que aun améis a mi hija. Siempre la amasteis mucho y ahora he comprobado que seguís amándola aún.
- Gracias, eso significa mucho para mí.- le agradecí, mientras se me saltaban las lágrimas.- Os agradezco lo que me habéis dicho.
- No tenéis que agradecerme nada, soy yo quien debería agradeceros que mantengáis vivos los recuerdos de Ella.- me respondió.
- Para mí es todo un honor.- le dije.- Cada uno de esos recuerdos los tengo guardados en lo más profundo de mi corazón.
- ¡Bueno! y cambiando de tema, ¿cómo están vuestros padres?- me preguntó.
- Ellos siguen en América.- le respondí.
- Si, recuerdo que se fueron a América antes de irme yo a Nápoles.- me dijo.
- Y allí continúan, mi padre esta algo delicado del corazón, y como que el viaje de regreso a España no le sentaría muy bien. Mis padres han decidido quedarse allí para siempre.- le conté a la Madre de Ella.
- Es una lástima, me hubiese gustado mucho volver a ver a vuestros padres, hace tanto desde la última vez que nos vimos.- me dijo.- ¡Oh Querido, perdonad mi torpeza! Aún no os he presentado formalmente a mi nieta.
La Madre de Ella, llamó a los chicos y tanto Carlos como Annabella se acercaron velozmente hasta nuestra posición.
- Os presento a mi nieta Annabella.- me dijo la Madre de Ella, señalando a su nieta.
- Es todo un placer conoceros, Señorita Annabella.- le saludé cordialmente con una reverencia.
- Es un honor conoceros.- me dijo Annabella devolviéndome la reverencia.- Hace como dos años os vi tocar el piano en el "Nuovo Regio Ducale Teatro alla Scala" de Milán, y me encantó vuestro recital. 
- Realmente es un teatro fantástico, recuerdo ese concierto, no era la primera vez que tocaba allí, pero me sentía tan nervioso como si hubiese sido mi primera vez.- le dije a la pequeña.
- Sois un pianista extraordinario.- me dijo.- Y me sorprendió mucho cuando mi padre y mi abuela me contaron que os conocía desde que eráis niño.
- Vos también tocáis muy bien el arpa, igual que lo hacía vuestra tía.- le dije.
- Gracias, pero aún tengo que mejorar mucho.- señaló.- y para eso estoy aquí, cuando mi abuela me informó que estabais a punto de abrir un Conservatorio de Música quise venir a estudiar aquí, y mi abuela me ha acompañado ya que ella tiene aquí su residencia.
- Será todo un honor teneros como alumna en este humilde Conservatorio.- le dije con una gran sonrisa en los labios.
- Os agradezco que me aceptarais como alumna, temía que no me aceptarais.- me agradeció devolviéndome la sonrisa.
- Vuestra carta me dejó bastante intrigado.- le confesé.- Como no iba a aceptarla. Estaba ansioso por conoceros, pero nunca hubiese sospechado quien sois en realidad.
- Yo también os doy las gracias por aceptar a mi nieta como alumna.- me agradeció la Madre de Ella.
- No son necesarias.- le dije.- Permitidme que os presente a mi hijo, Carlos.
- Había oído hablar de vuestro hijo, pero no sabía que este chico era él, ya nos hemos conocido antes.- me informó la Madre de Ella.
- Padre, ¿conocéis a Annabella y a esta Señora tan agradable?- me preguntó Carlos.
- A Annabella, la acabo de conocer, pero a la Señora la conozco desde hace muchísimos años.- le respondí a mi hijo.- La Señora es la Madre de Ella y por lo tanto Annabella resulta ser su sobrina.
- ¡¿La Madre de Ella?!- exclamó Carlos muy sorprendido.- ¡¿Y su sobrina?!
- Así es, veo que vuestro Padre os ha hablado de mi hija.- le respondió la Madre de Ella.
- Pues sí, mi Padre me contó su historia.- le dijo Carlos bajando la cabeza algo apenado.- Lamento mucho su perdida.
- Muchas gracias, Querido.- le dijo.- no te preocupes por ello, hace ya mucho tiempo que esos hechos ocurrieron.
- Disculpadme que os interrumpa, pero creo que me estoy perdiendo algo.- comentó Annabella con curiosidad.
- Perdonadme Querida, lo que ocurre es que el padre de Carlos y tu tía Ella, fueron muy buenos amigos desde muy pequeños, y solían tocar juntos, Ella tocaba el arpa y el Señor el piano.- le dijo la Madre de Ella a su nieta.- Hacían muy buena pareja tocando, eran fantásticos.
- Os parecéis tanto a vuestra tía Ella, que cuando os he visto antes tocando el arpa, pensé que veía visiones.- le dije a Annabella.
- ¡Ahhh! Por esa causa antes me habéis llamado "Ella".- comentó Annabella.
- Vuestro parecido con vuestra tía es asombroso.- le dije.- os parecéis como dos gotas de agua.
- Mi padre y mi abuela, ya me habían hablado de mi parecido con mi difunta tía, ¿realmente tanto nos parecemos?- preguntó Annabella.
- Realmente si que os parecéis, sois idéntica a vuestra tía cuando tenía vuestra edad.- le dije.- Pero bueno, ¿que hacemos aquí parados?, ¿que tal si damos un paseo por las instalaciones?
- Esta bien, quisiera conocer mi nuevo Colegio.- agregó Annabella.- Tengo curiosidad por ver como es todo esto.
- Yo ya conocía esta casa, pero también tengo curiosidad por saber como está ahora.- comentó la Madre de Ella.
- Yo le haré de guía por la casa y por las demás instalaciones.- se ofreció Carlos muy amablemente.
Durante unas horas estuvimos caminando por todas las instalaciones, no sólo por las aulas, por los dormitorios y por los comedores, sino también por los jardines, por las cuadras y por las plantaciones. Disfrutando de un agradable paseo con una querida y antigua conocida con la que tenía muchos y agradables recuerdos, muchos de esos recuerdos llenaron mi mente, y al contemplar a Annabella esos recuerdos cobraban más fuerza, como si estuviese viviendo de nuevo todos esos recuerdos, todos hermosos y bellos recuerdos sobre Ella. Después del paseo nos despedimos y la Madre de Ella y Annabella se fueron a la casa que la familia de Ella poseía en la Villa, muy cerca de mi Hacienda y del Colegio, pero no si antes haberles invitado a cenar esta noche en mi Hacienda, para seguir conmemorando viejos tiempos, a lo ellas dos aceptaron gustosamente.
Una vez que se instalaron los alumnos que se alojarían en el Colegio, tras haber almorzado en los comedores del Colegio, donde fueron invitados también los padres, para que pudieran degustar las mismas comidas de las que iban a disfrutar sus hijos mientras estudiasen aquí, lo cual les pareció muy bien a los padres, por suerte teníamos a unos buenos cocineros. Pues como iba diciendo después de todo esto, Carlos, María y yo nos fuimos a casa, las clases empezarán mañana, y los alumnos tenían la tarde libre para disfrutar de las instalaciones, y como algunos profesores también se alojaban en el Colegio, ellos se ocuparían de todos los problemas que pudieran surgir, y en el caso de algo grave sucediera sabían donde poder localizarme.
Nada más llegar a la casa le pedí a Juan, que para la cena se preparara la mesa para dos comensales más, pues tendríamos invitadas.
- ¿Tendremos invitadas a cenar?- me preguntó Juan muy animado.- ¡que sorpresa!
- Efectivamente, es una alumna y una familiar de ésta.- le respondí.
- No sabía nada de eso.- comentó María.
- He conocido a la chica que me escribió desde Italia, y he decidido invitarla a cenar, junto a su abuela.- les dije a María y a Juan.
- ¿Y cual es su nombre?- preguntó María con su habitual curiosidad.- Recuerdo que no lo decía en su carta.
- Su nombre es Annabella.- se apresuró a contestar Carlos.- y además toca el arpa, y lo hace muy bien.
- No se preocupe Señor.- dijo Juan.- Todo estará preparado para recibir a nuestras dos invitadas.
- ¡Gracias, Juan!- le agradecí.- Sabía que podía contar contigo.
- Estoy intrigada.- dijo María.- tengo muchas ganas de conocer a Annabella y también a su abuela.
- Jajajaja..., vos siempre tan curiosa, María.- le dije.- Bueno, yo me retiro, quisiera asearme y arreglarme para la cena de esta noche.
- Tenéis razón, yo haré lo mismo.- dijo María.
- Yo también.- dijo Carlos.
- Daré instrucciones a la servidumbre para la cena, y después yo también me prepararé para la cena.- dijo Juan.
- Pues de acuerdo, para la cena nos vemos todos.- les dije.
Después de esta conversación cada uno de nosotros nos fuimos a nuestras habitaciones, excepto Juan que antes de eso avisó a los cocineros y a los criados que teníamos invitadas a cenar y que se esmeraran en la cena de esta noche, todo tenía que salir perfecto.
En mi alcoba me dí un baño y después estaba poniéndome uno de mis mejores trajes, la oportunidad lo merecía, no todos los días teníamos invitados en casa, y además unos invitados tan especiales.
- Permitidme que os ayude con esa abotonadura.- me dijo una voz detrás de mí.- parece que se os resiste un poco.
- Os estaba esperando, mi Vida.- le dije.
- ¿Es que no sabéis vestiros sin ayuda?- bromeó Ella, poniéndose frente a mí y ayudándome con los botones de la camisa y de la casaca.
- No es eso.- le dije.- ¿Así que fue vuestra Madre quien visitó vuestra tumba?
- ¿A que ha sido toda una sorpresa?- preguntó Ella con una pícara sonrisa.
- Sí, lo ha sido.- le respondí.- Pero lo más sorprendente es lo mucho que vuestra sobrina Annabella se parece a vos.
- Realmente el parecido es sorprendente.- exclamó Ella.
- Es la primera vez que la veo, y al verla me quedé perplejo.- le dije.- No podía creer lo que mis ojos estaban viendo.
- Yo tampoco me esperaba que se pareciese tanto a mí.- dijo Ella.- Annabella es mi misma imagen.
- Es increíble, aún me cuesta asimilarlo.- le dije.
- Bueno esto ya está.- dijo Ella al terminar de abrocharme los botones.- Estáis muy elegante, Caballero.
- Todo gracias a vos, Bella Dama.- le agradecí con una reverencia.
- Ha sido todo un placer, Caballero.- me dijo devolviéndome la reverencia.
- Creo que ya es hora de bajar para recibir a vuestra Madre y a vuestra sobrina.- le dije a Ella algo apenado, nunca quería que estos encuentros con Ella terminasen.
- Suerte, Amor mio.- me deseó a la vez que me dio un cálido beso en los labios.
- Con vos a mi lado, eso es algo que no necesito.- le dije conforme abandonaba la alcoba, no sin antes lanzarle un beso.
- Sois un necio, pero aún así os amo.- me dijo Ella antes de que yo cerrase la puerta de mi habitación.
Cuando bajé las escaleras me sorprendió en ser el último en bajar, tanto María, como Juan y como Carlos, ya estaban en la planta baja preparados para la cena, y parecían entusiasmados por tener invitados en casa para la cena, se les notaba a la vez nerviosos y muy contentos.
- ¡Ohh! Estáis muy elegante.- observó María con los ojos abiertos como platos.
- ¡Muchas gracias, María!- le agradecí.- Vos también estáis muy bella esta noche, lo cierto es que todos estáis muy elegantes también.
- ¡Gracias, Padre!- me agradeció Carlos.
Juan simplemente hizo un movimiento asintiendo con la cabeza, en señal de agradecimiento.
- ¿Han llegado ya nuestras dos invitadas?- pregunté con mucha curiosidad.
- Lo siento, aún no han llegado.- me respondió Juan.
Justamente en ese momento, sonó la campanilla de la entrada, indicando que nuestras invitadas habían llegado, todos salimos a recibirlas a la entrada.
- ¡Buenas noches!, ¡Bienvenidas!- le dí la bienvenida a las dos.
- ¡Muchas gracias por esta recepción!- agradeció la Madre de Ella.
- No tiene la menor importancia.- le dije.
- ¡Señora!, es un placer volver a veros.- le saludó Juan.
- ¡Hola, Juan!- le saludó.- Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que nos vimos.
- Así es Señora, ha pasado mucho tiempo.- observó Juan.
- Permitidme que os presente a María, ella es la directora del Colegio.- les dije a nuestras invitadas.- María, ellas son Annabella y la Madre de Ella.
- ¡¿La Madre de Ella?!- exclamó muy sorprendida, casi gritando.
- Mucho gusto.- le dijo Annabella.
- Es todo un honor conoceros.- dijo la Madre de Ella.
- El... el honor es mio.- dijo María aún muy sorprendida.- He oído hablar de vos y de vuestra hija.
- Cosas buenas, espero.- dijo la Madre de Ella con una sonrisa en su rostro.
- De eso, no os quede la menor duda. Solamente tengo buenos recuerdos vuestros.- le dije.- ¡Por favor, pasemos al comedor!
Acompañamos a nuestras invitadas hasta el comedor y las ayudé a acomodarse en sus asientos, en la gran mesa ya estaba servida la comida, que constaba de faisanes acaramelados, cordero asado, también había pasta italiana ( en honor a nuestras invitadas, y un plato que le gustaba mucho a María, ya que ésta no suele comer carne ), una ensalada de productos de la Hacienda y como siempre también había fruta de los frutales de la plantación, y para beber teníamos el mejor vino de nuestras bodegas y limonada fresca para los más jóvenes o para quien no quisiera beber vino.
La cena transcurrió muy amena y divertida, con una agradable conversación, interrogando a nuestras invitadas y a la vez contándoles las cosas que habían sucedido por la zona durante su ausencia. Lo que más le llamó la atención a la Madre de Ella era el noviazgo de Juan y María.
- ¡Vaya, Juan! Eso me ha sorprendido, no sabía nada de eso.- dijo la Madre de Ella.- Algunos amigos con los que me carteaba me contaron cosas de la Villa.
- Bueno, Señora, lo cierto es que pocos saben de esta noticia.- le dijo Juan.
- Y vos, María, ¿sois feliz en esta tierra?- preguntó nuestra invitada.
- Si mucho, las gentes de aquí se han portado muy bien conmigo, me siento como en familia. Y soy muy feliz con Juan.- le respondió María con mucha alegría.
- También me sorprendió la noticia de que habíais adoptado un hijo.- me dijo.- Pero lo comprendí todo cuando conocí a Carlos, es un buen chico.
- Siempre he anhelado ser padre y gracias a Carlos ese sueño se ha hecho realidad.- le comenté.
- Cuanto me alegro por vos, se que merecéis ser feliz.- me dijo la Madre de Ella.
- Yo también me siento muy feliz por tener un nuevo padre, que es tan bueno conmigo.- comentó Carlos.
- ¡Tenéis suerte!- le dijo la Madre de Ella a Carlos.- habéis encontrado a un gran hombre para ser vuestro padre.
- ¡Gracias por vuestras palabras!- le agradecí.
- No las merece, solamente he dicho la verdad.- dijo nuestra invitada.- Sois un hombre extraordinario.
- ¿Puedo pediros un favor?- me pidió Annabella interrumpiendo la conversación.
- Decidme, ¿qué es lo que deseáis?- le pregunté a la joven.
- Me gustaría poder escucharos tocando el piano.- me respondió.- me encantaría volver a escucharos de nuevo.
- Para mí sería un placer tocar para vos.- le concedí.
- ¡Muchas gracias!- me agradeció Annabella.- Sois muy amable.
Y así fue como después de la cena todos nosotros nos encaminamos hacia la sala donde se encontraba mi antiguo piano, allí mientras los adultos tomaban una copa de brandy y los más pequeños tomaban un vaso de limonada fresca, yo interpretaba al piano una hermosa melodía, a la vez que todos ellos me escuchaban con mucha atención, y muy entusiasmados.
En mitad de mi interpretación me percaté de que Annabella estaba justo a mi lado, estaba de pie junto a mí, a mi derecha, en completo silencio y con una expresión de alegría en su rostro, escuchando entusiasmada la melodía que estaba interpretando. Pero a la vez sentía como Ella estaba a mi izquierda, apoyando su mano derecha sobre mi hombro, notaba como su tersa mano acariciaba mi hombro izquierdo, conforme yo iba acariciando las teclas de mi piano.
Era como tener a dos Ellas a mi lado, una la adulta que tanto amo; y la otra, la niña aquella que era mi mejor amiga y que con el paso del tiempo consiguió convertirse en la dueña de mi corazón para siempre. Me resultaba una situación extraña, pero a la vez tan placentera, me encantaba esta situación, sentir a las dos tan cerca, a Ella y a Annabella. Esos breves minutos que estuve tocando el piano fueron unos minutos muy intensos que no olvidaré jamás, otro bello recuerdo para guardar para siempre en el fondo de mi corazón.
Después de mi interpretación musical decidimos salir a los jardines para respirar el aire fresco de la noche. Como era habitual en ellos Juan  y María se separaron del grupo mientras daban un paseo juntos, cuando paseaban así agarrados de la mano se le ve tan enamorados. Carlos y Annabella también se separaron de nosotros parecían que se habían hecho muy buenos amigos los dos, ambos jugaban y charlaban juntos. Por mi parte yo me senté en un banco, a la vez que la Madre de Ella me hacía compañía, mientras contemplábamos las estrellas, algo muy habitual en mí.
- Me ha encantado vuestra interpretación.- me dijo mi invitada.
- Muchas gracias, viniendo de vos es todo un honor.- le agradecí.
- Siempre me sorprende escucharos tocar.- me dijo.- Es como si cada vez lo hicierais mejor.
- Aunque ya no haga conciertos, sigo practicando todos los días.- le dije.
- Quizás me esté volviendo loca.- comenzó a hablar.- Pero cuando tocabais el piano y Annabella se acercó a vos, poniéndose a vuestro lado, hubiese jurado haber visto a mi difunta hija a vuestra izquierda, apoyada en vuestro hombro. Se que es una locura lo que digo, o quizás sólo sea que mis cansados ojos ya no son lo que eran, o tan sólo sea que al veros tocar me he acordado mucho de Ella.
- No digáis esas cosas.- le dije.- Ni os estáis volviendo loca, ni os fallan vuestros ojos. En numerosas ocasiones siento la presencia de vuestra hija junto a mí, su presencia es tan fuerte que en ocasiones dudo de que haya muerto, su presencia para mí es muy real. O tal vez sea que este volviéndome loco yo también, "nos estamos volviendo locos los dos".
- Divina locura.- dijo con lágrimas en los ojos.- al volver a casa sus recuerdos inundan mi mente, cada paisaje, cada casa, cada árbol, cada persona de la Villa me la recuerda mucho. Y vos, vos me la recordáis más que nadie, me la recordáis tanto.
- ¡Tranquila!, no lloréis.- le dije a la vez que le daba un abrazo intentando consolarla, y las lágrimas comenzaron a rodar por mi rostro también.- Ella se sentiría triste si os viese llorar.
Al mirar por encima del hombro de la Madre de Ella, pude ver a su hija como nos observaba, con los ojos llorosos, pero a la vez se le veía sonriente, nos miraba a los dos mientras me sonreía. Yo aún con lágrimas en mi rostro le devolví la sonrisa.
- No quisiera llorar.- me dijo mi querida amiga.- pero hecho tanto de menos a mi queridísima hija, Ella nos dejó siendo tan joven. Para una madre como yo, fue muy doloroso ver morir a mi hija, con gusto hubiese dado mi vida por Ella.
- Gustosamente, yo también, hubiese dado mi vida, si con ello hubiese evitado su muerte.- le dije a la vez que mis lágrimas volvían a brotar de mis ojos, como el agua de un manantial surge de la tierra.
- Lo sé cariño.- me dijo la Madre de Ella.- Vos sois la persona que más la ha querido en este mundo, y Ella a vos también os amaba mucho.
- Somos muchos los que la hemos amado.- le dije.- Cada uno de forma diferente, pero todos la hemos querido y aún la queremos mucho.
- Nunca podremos olvidarla.- continuó.- su recuerdo siempre estará vivo en todos nosotros.
- Mientras sus recuerdos sigan vivos en nosotros.- le dije.- Ella continuará viviendo en todos los que la queremos.
- Cuanta razón tenéis.- dijo la Madre de Ella algo más animada.
- Estoy seguro..., no, sé con certeza que allá donde Ella se encuentre, siempre estará velando por nosotros.
Al decir estas palabras, mi querida amiga me abrazó algo más sonriente. Y pude comprobar como Juan y María nos observaban desde la distancia, al igual que lo hacían Carlos y Annabella, todos los miraban atónitos, pero en silencio y muy extrañados.
Pero lo mejor de todo fue el notar como Ella se acercaba a nosotros y nos dio un abrazo a los dos, noté como su brazo me rodeaba, y a mi parecer creo que su Madre también notó como la abrazaba con el otro brazo. Los tres nos fundimos en un cariñoso abrazo, uniendo nuestros tres corazones, en uno solo, como si fundiésemos nuestras almas en una.
- ¡Es extraño!- comentó la Madre de Ella.- Pero noto la presencia de mi hija, aquí junto a nosotros, incluso estoy notando el tacto de su piel y el delicado aroma de su perfume. ¡Que locura es esta!
- En ese caso los locos somos dos.- le dije mientras seguíamos abrazados los tres.- Pues yo siento lo mismo en este momento.
- ¡DIVINA LOCURA!- dijo Ella mientras nos daba un beso en la cabeza a su Madre y a mí.
Allí estabamos los tres, Ella, su Madre y yo, fundidos en un abrazo y a la vez llorando.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

hayy!!! que hermoso capitulo me ha encantado ....
como siempre fantastico.... y valla que me he llevado sorpresa jajaja =D saludo y besos desde ecuador
nos leemos :D

MEINSÜNDE dijo...

EEss tan ddulcee este cap. ... que eess una ddeliciaa leerlo !!
Muy tierno y hhermosoo, mis felicitaciones Batoosahi ... ccadaa vez es mmejorr.

Enormes y cariñosos bbesoss para ttíí.