¿Hacia dónde navegaremos? - Así dijo, creí,
Una voz que sólo podría ser oída en sueños:
Y nos deslizamos sin mástil ni remos,
Un bote maravilloso sobre un espléndido mar.
De pronto la orilla se torció hacia una bahía,
Amplia, tranquila, con magníficas algas ondeando
Bajo el agua, como los pensamientos que se agitan
En el misterioso y profundo corazón de los poetas.
Tan quieta, tan justa, tan rosada en el alba
Dormía esa bahía brillante: aunque parecía respirar,
Tal vez del aire, o de las olas susurrantes,
O de aquella voz, tan cercana como la propia alma.
"Hubo un naufragio anoche". ¿Un naufragio? ¿entonces dónde
El buque, dónde la tripulación? - el mar que todo lo sepulta,
Sobre el cual no hay mandamientos ni crónicas,
Yace sobre ellos con su sonrisa de cristal.
"El naufragio ocurrió anoche". Mirando abajo,
Profundamente debajo de la superficie, advertimos
Los rostros sombríos con sus ojos abiertos
Hacia el amanecer que no podían ver.
Uno fue movido por las algas: otro se estremecía,
Los peces teñidos de rojo se deslizaban sobre su pecho;
Alguien, con el cabello flotando, se mecía silenciosamente
Sobre la aguda horquilla, como un niño.
"El naufragio ha sido" -dijo la voz melódica-
"Y todo está en paz. Los muertos, que, mientras dormíamos,
Lucharon por sus vidas, ahora descansan sin temer a la tormenta:
No lloremos sobre ellos cuando sonríen las olas".
Y navegamos sobre las arenas diamantinas,
Flores de mar brillantes, y caras blancas en una calma pedregosa,
Antes que las olas nos arrastren al mar abierto,
Y el gran sol surgió sobre el mundo.
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