domingo, 30 de septiembre de 2012

EN RETROSPECTIVA, DE CHARLOTTE BRONTË.


Tejemos una red en la infancia,
una red de soleado aire,
creamos una primavera pequeña
de agua pura y fresca.

En la juventud sembramos la semilla,
cortamos la vara del almendro,
hemos crecido como el árbol añejo,
¿nos hemos marchitado en el barro?

¿Están desvanecidas, arruinadas, rotas?
¿Se han evaporado en la arcilla?
La vida es una sombra oscura;
y sus alegrías flotan rápido en la distancia.

¡Desvanecidas! La red sigue siendo de aire,
y así como sus pliegues se estremecen
en extraños tonos de claro carmesí,
profundo es el resplandor de su penumbra;
como la luz de un cielo italiano,
donde las nubes del ocaso duermen ociosas,
perdiendo lentamente el brillo del rubí.

La primavera yace debajo del musgo y la piedra,
su lujo tal vez no vuelva a brotar.
¡Escucha! Tus dudas deben ser abandonadas
¿es aquello un débil rugido cerrándose sobre tí?
La marea de las olas, donde las flotas armadas
cabalgan sobre la espuma, llora y sonríe
sobre un océano con miles de islas
al vislumbrar la ansiada costa.

La semilla en un tierra distante
se curva como un poderoso árbol,
la vara seca del almendro
ha tocado la eternidad.
Y vendrá un segundo milagro,
como el quebrado cetro de Aaron,
la humedad crecerá como la vida cálida,
tallo, flor y fruto, en trenzada corona
serán arrugados y lanzados lejos,
como pétalos que descansan en la tumba.

Sueña lo que el tiempo nos ha arrebatado
cuando la vida se encontraba arriba,
sueña con aquel súbito ladrón sobre nosotros,
como las salvajes estrellas que declinan
la revelación llegará ese mismo día,
subiendo con el brillante y fiero Sirio:
Oh, así como tu creces, y como las escenas
cubren este mundo frío con oscuras formas,
mi espíritu se fortalece con cada cambio
antes de alzarme ante el Señor de las criaturas.

Cuando me senté bajo una extraña bóveda de árboles,
con la Nada como compañía, sin amor ni amigos,
mi corazón se volvió de pronto hacia ti,
y sentí tu amistad, un lazo suave sobre mis manos.

viernes, 28 de septiembre de 2012

EL DESPERTAR DE ALEJANDRA PIZARNIK.



a León Ostrov

Señor.
La jaula se ha vuelto pájaro
y se ha volado,
y mi corazón está loco
porque aúlla a la muerte,
y sonríe detrás del viento
a mis delirios.

Qué haré con el miedo.
Qué haré con el miedo.

Ya no baila la luz en mi sonrisa,
ni las estaciones queman palomas en mis ideas.
Mis manos se han desnudado
y se han ido donde la muerte
enseña a vivir a los muertos.

Señor.
El aire me castiga el ser.
Detrás del aire hay mounstros
que beben de mi sangre.

Es el desastre.
Es la hora del vacío no vacío.
Es el instante de poner cerrojo a los labios,
oír a los condenados gritar,
contemplar a cada uno de mis nombres
ahorcados en la nada.

Señor.
Tengo veinte años,
también mis ojos tienen veinte años
y sin embargo no dicen nada

Señor.
He consumado mi vida en un instante.
La última inocencia estalló.
Ahora es nunca o jamás
o simplemente fue

¿Cómo no me suicido frente a un espejo
y desaparezco para reaparecer en el mar
donde un gran barco me esperaría
con las luces encendidas?

¿Cómo no me extraigo las venas
y hago con ellas una escala
para huir al otro lado de la noche?

El principio ha dado a luz el final.
Todo continuará igual.
Las sonrisas gastadas.
El interés interesado.
Las preguntas de piedra en piedra.
Las gesticulaciones que remedan amor.
Todo continuará igual.

Pero mis brazos insisten en abrazar al mundo,
porque aún no les enseñaron
que ya es demasiado tarde.

Señor.
Arroja los féretros de mi sangre.

Recuerdo mi niñez
cuando yo era una anciana.
Las flores morían en mis manos
porque la danza salvaje de la alegría
les destruía el corazón.

Recuerdo las negras mañanas de sol
cuando era niña,
es decir ayer
es decir hace siglos.

Señor.
La jaula se ha vuelto pájaro
y ha devorado mis esperanzas

Señor.
La jaula se ha vuelto pájaro.
Qué haré con el miedo.

sábado, 22 de septiembre de 2012

DIABLO ENCARNADO, DE DYLAN THOMAS.


Diablo encarnado en una serpiente balbuceante,
las planicies centrales de Asia fueron tu jardín,
en tiempo corpóreo el círculo fue despertado,
tocando la hirsuta manzana en las formas del pecado,
y Dios caminando por allí, como un guardián con su lira,
tocaba su perdón desde las colinas del cielo.

Cuándo éramos extraños por los guiados mares,
una media luna artesanal, santa, colgada en las nubes,
los sabios me dicen que aquel jardín de los dioses
conjuraba el bien y el mal en un árbol oriental;
que cuando la luna se alzaba en la brisa virginal
era negro como la bestia y más pálido que la cruz.

En el jardín conocimos a nuestro guardián,
en las aguas sagradas que no se congelan en invierno,
lo sentimos en las poderosas mañanas del destierro
vimos el infierno en un cuerno de sulfuro, el mito eterno,
todo el cielo en la medianoche del sol,
y una serpiente con su música en las formas del tiempo.

jueves, 20 de septiembre de 2012

LA BATALLA DEL AÑO.


 
Acabo de ver el trailer de esta peli y me parece muy interesante.
Me encantan las batallas de baile.
Espero que también sea de su agrado.

martes, 18 de septiembre de 2012

ERRABA SOLITARIO COMO UNA NUBE, DE WILLIAM WORDSWORTH.


Erraba solitario como una nube
que flota en las alturas sobre valles y colinas,
cuando de pronto vi una muchedumbre,
una hueste de narcisos dorados;
junto al lago, bajo los árboles,
estremeciéndose y bailando en la brisa.

Continuos como las estrellas que brillan
y parpadean en la Vía Láctea,
se extendían como una fila infinita
a los largo de aquella ensenada;
diez mil narcisos contemplé con la mirada,
que movían sus cabezas en animada danza.

También las olas danzaban a su lado,
pero ellos eran más felices que las áureas mareas:
Un poeta sólo podía ser alegre
en tan jovial compañía;
yo miraba y miraba, pero no sabía aún
cuánta riqueza había hallado en la visión.

Pues a menudo, cuando reposo en mi lecho,
con humor ocioso o pensativo,
vuelven con brillo súbito sobre ese ojo
interior que es la felicidad de los solitarios;
y mi alma se llena entonces de deleite,
y danza con los narcisos.

jueves, 13 de septiembre de 2012

FUE AL PASAR, DE DELMIRA AGUSTINI.



Yo creí que tus ojos anegaban el mundo...
Abiertos como bocas en clamor... Tan dolientes
que un corazón partido en dos trozos ardientes
parecieron... Fluían de tu rostro profundo

como dos manantiales graves y venenosos...
fraguas a fuego y sombra, ¡tus pupilas!... tan hondas
que no sé desde dónde me miraban, redondas
y oscuras como mundos lontanos y medrosos.

¡Ah, tus ojos tristísimos como dos galerías
abiertas al Poniente!... ¡Y las sendas sombrías
de tus ojeras donde reconocí mis rastros!...

¡Yo envolví en un gran gesto mi horror como en un velo,
y me alejé creyendo que cuajaba en el cielo
la medianoche húmeda de tu mirar sin astros!

sábado, 8 de septiembre de 2012

POR QUÉ ELLA SE LAMENTA, DE D. H. LAWRENCE.

 

Calla y dime
¿Por qué lloras?
Somos tu y yo
los mismos de antes.

Si oyes un lamento
es sólo un conejo
volviendo a su agujero,
en un momento.

Si algo se agita en las ramas,
es el paseo inquieto de las ardillas,
abrumadas por nosotros, debajo,
amándonos.

¿Por qué lloras entonces?
¿Le temes a Dios
en la oscuridad?

Yo no le temo.
Deja que venga.
Si se oculta entre las hojas,
deja que venga.

Ahora, en el día fresco, somos nosotros
los que andamos entre los árboles
llamando a Dios: ¿dónde estás?
y es él quien se oculta.

¿Por qué lloras?
Mi corazón es amargo.
deja que venga a justificar
sus actos, ahora.

¿Porqué lloras?
Pero si puedes sufrir
entonces llora, por la memoria
de nuestra vieja justicia.

Nos hemos equivocado
muchas veces;
pero esta vez comenzamos
a hacerlo bien.

Llora, entonces, llora
por la abominación de nuestra justicia.
Dios seguirá oculto.
Él nunca vendrá.

martes, 4 de septiembre de 2012

MISTERIO, DE D. H. LAWRENCE.

[misterio.II]

Soy un enorme
tazón de besos,
como el alto
y delgado cuenco
llenado en Egipto
para los excesos de Dios.

Alcé hacia ti
mi tazón de besos,
y a través del receso
azul del templo,
lloré hacia ti
con salvajes caricias.

Y hacia mis labios
la pasión deslizó
un rubor brillante,
y por mi silueta
blanca y delgada fluyó
el himno tonante.

De pie frente al altar
ofrecí el cáliz,
y lloré hacia el cielo,
para que te inclines
y bebas, oh, Señor.

Oh, bebed mi cuerpo,
que tal vez yo sea
el interior del cuenco,
como un misterio,
como el vino inmóvil
en el éxtasis.

Brillantes todavía
en el éxtasis,
vinos mezclados
de ti y de mí,
en un completo
y absoluto Misterio.