sábado, 11 de junio de 2011

UNA NUEVA VIDA, 13ª Parte: Lo Conseguiremos.



A media mañana me encontraba en mi despacho, realizando las tareas administrativas de la Hacienda, una tarea muy aburrida, pero alguien tenía que hacerla. Mientras realizaba estas tareas alguien llamó a la puerta del despacho.
- Toc, toc, toc.- golpearon en la puerta.
- Adelante, pueden pasar.- autoricé a que entraran.
- ¡Hola, Señor!- me saludó Juan al abrir la puerta.- ¿Me permite robarle un poco de su tiempo?
- ¡Juan, entrad, no os quedéis en la puerta!- le dije.- Decidme, ¿en que os puedo ser útil?
- Es que, quería tratar un asunto con vos.- me indicó.- quería hablarlo con vos en privado, por eso, durante el desayuno no os he comentado nada, y aprovecho ahora que estáis solo, y Carlos y María están en clase.
- Sentáos, ¿de qué queréis hablarme?- le pregunté a Juan.- me tenéis intrigado.
- Quería pediros permiso para...- comenzó Juan a hablar, pero se detuvo un momento, se le notaba muy nervioso.
- No os calléis.- le dije a Juan.- ¿Para qué necesitáis de mi permiso?
- Quisiera que me diérais permiso, para poder cortejar a María.- me pidió Juan muy nervioso.- María y yo nos queremos.
Nunca había visto a Juan tan nervioso, y su petición me cogió por sorpresa, no entendía por que me hacía a mí esa petición, ¿por qué necesitaba Juan mi permiso para cortejar a María? Por mucho que lo pensaba, seguía sin comprenderlo.
- No lo entiendo, Juan.- le dije muy sorprendido.- ¿Por qué necesitáis mi autorización para cortejar a María? Eso es algo entre vosotros dos, si ambos os amáis, yo no me interpondré. La verdad es que me alegro mucho por vosotros dos.
- Lo normal, sería que se lo pidiese al Padre de María.- me dijo Juan.
- Pues sí, así que no lo entiendo.- le dije.- ¿yo qué pinto en esta historia?
- La cuestión es, que como la familia de María está tan lejos, y ella os ve a vos como a un hermano mayor...- comentó Juan.- Pienso que sería conveniente que vos, como representación de su familia, me diérais la autorización para poder cortejarla.
- La verdad, es que me siento muy feliz por vosotros dos.- le dije.- Así, que si es tan importante para vos, os doy mi consentimiento, tenéis mi permiso para cortejar a María.
- Gracias, Señor.- me agradeció Juan, se le veía muy contento por ello.- esto significa mucho para mí, os lo agradezco mucho.
- No tiene la menor importancia.- le dije a Juan.- Espero que tanto María como tú, seáis muy felices juntos.
- Seguro que lo seremos, seremos muy felices.- me comentó Juan.
- Tengo que admitir.- le dije.- Que ya sospechaba algo de esto, os he estado observando últimamente, mientras Carlos y yo practicábamos equitación y esgrima, y sospechaba que entre ambos, había algo más que una buena amistad.
- No se os escapa nada.- apuntó Juan con una gran sonrisa en su cara.- Siempre habéis sido muy observador.
- Bueno, es que tengo un espía por ahí, que me informa de estas cosas.- le dije a Juan bromeando, aunque Ella también me había comentado que entre ellos estaba surgiendo el amor, en cierta medida no le estaba mintiendo.
- Siempre vos tan bromista.- me dijo Juan.- Os agradezco mucho, que me permitáis hacerle la corte a María. Pero ahora, he de retirarme, tengo trabajo por hacer.
- Esta bien Juan, continuad con vuestras tareas.- le dije a Juan conforme se marchaba del despacho.- Y os deseo toda la felicidad del mundo.
- ¡Muchísimas gracias, Señor!- me agradeció Juan, antes de salir y cerrar la puerta del despacho tras él.
Durante unos minutos me quedé pensando en toda la conversación que había tenido con Juan. Juan y María juntos, me parecía estupendo y me alegraba mucho por los dos. Ambos se merecen ser felices y tengo el convencimiento de que lo serán, serán muy felices juntos.
- Os lo dije, no me he equivocado.- me dijo Ella por detrás, mientras colocaba sus manos sobre mis hombros.
- ¿A qué os referís?- le pregunté, a la vez que besaba su mano, apoyada sobre mi hombro izquierdo.
- No disimuléis.- se quejó Ella.- Me refiero a lo de Juan y María.
- ¡Ah, eso!- le contesté irónicamente.
- Las mujeres vemos esas cosas a una legua de distancia .- señaló.- La intuición femenina nunca se equivoca.
- Pues sí, tenéis mucha razón.- le dije con tono burlón.- Las mujeres para eso tenéis un sexto sentido.
- Somos mucho más intuitivas que los hombres.- presumía Ella.
- Y también mucho más cotillas y celestinas.- me burlé de Ella.
- No os burléis de mí.- se quejó Ella, y se desquitó, dándome un tirón de orejas.
- ¡Ay! Eso duele, Mi Vida.- le protesté.- ya sabéis que estoy de broma.
- Yo también estoy de broma.- replicó Ella.- de lo contrario os hubiese arrancado las orejas.
- Sí, os creo capaz de ello.- le dije, a la vez que me volví hacia Ella para poder darle un beso, al que Ella me respondió con mucha dulzura.
- ¿Sabéis? Me agrada mucho la idea de que Juan y María formen una familia.- observó Ella.
- A mi también me gusta mucho esa idea, los dos son muy buenos amigos mios y quiero lo mejor para ellos.- le dije.
- Si, eso ya lo sé, y se merecen ser felices juntos.- apuntó Ella.
- ¡Querida! ¿Quisiera consultaros algo, si no os importa?- le pregunté, con mucha seriedad y mirándola fijamente a sus bellos ojos.
- Os habéis puesto muy serio.- se percató.- ¿Decidme que es lo que queréis consultarme?
- Desde que estoy dándole clases de piano a Carlos, me he percatado de lo mucho que hechaba de menos el piano, es cierto que lo toco muy a menudo, pero a veces siento que necesito algo más.- le dije.
- ¿Acaso queréis volver a recorrer el mundo dando conciertos de piano?, ¿Y dejar todo lo que habéis conseguido?- preguntó Ella.
- No, eso no, nunca más me alejaré de mi hogar, de mi hijo, de mi nueva familia.- le dije algo alterado por lo que estaba pensando.
- Entonces, contadme, ¿qué es lo que estáis planeando?- me preguntó con mucha curiosidad.
- Estoy pensando en crear un colegio.- le respondí sin más rodeos.
- ¿Un colegio? Es genial, creo que es estupendo.- me dijo Ella.
- Quiero crear una escuela, y un conservatorio de música.- le dije entusiasmado.- El señor Garrido quiere vender su Hacienda, que está junto a la mía, y he decidido comprarla y transformar la mansión en un colegio.
- Creo que a la Villa le vendría bien un nuevo colegio.- dijo Ella.- y a vos también os vendría muy bien volver a la música.
- ¡Gracias! Sabía que podía contar con vuestro apoyo.- le agradecí.
- ¡Siempre! Yo siempre os apoyaré, pase lo que pase, os apoyaré siempre.- me dijo Ella dándome un beso en los labios.
Horas más tarde, durante la hora del almuerzo, como siempre estábamos a la mesa María, Juan, Carlos y yo.
- Quisiera hablaros de algo muy importante, a todos vosotros.- les comuniqué a todos los comensales.
- ¿No estaréis enfadado por mi relación con Juan?- preguntó María.
- No, nada de eso. Juan ya me ha hablado de ello.- le respondí.- y me alegro mucho por vosotros dos, espero que seáis muy felices.
- ¿Pero, que relación es esa?- preguntó Carlos con su curiosidad tan característica.
- María y yo, somos novios.- le contestó Juan.
- ¡Ah, eso!- dijo Carlos.- eso era algo que ya sospechaba.
- Parece que no soy el único que ya me había fijado en ello.- les dije.- hace tiempo que sospechaba lo vuestro. Y hoy Juan, me ha hablado de ello, y por supuesto, tenéis mi bendición.
- Muchas gracias.- agradeció Juan.
- Me alegro muchísimo, de que seáis novios.- comentó Carlos muy contento.
- Muchas gracias, Carlos.- le agradeció María.
- Pero, yo quería hablaros de otro asunto.- les dije.- y quisiera saber vuestra opinión, al respecto.
- ¿Y qué asunto es ese?- preguntó María.- ¿de qué se trata?
- Como sabéis el Señor Garrido, tiene su hacienda en venta.- les informé.
- Así es, Don Gabriel, quiere vender esta hacienda para irse a Sevilla, donde también tiene algunas tierras.- apuntó Juan.
- Pues, estoy pensando en comprarla.- les dije.
- ¿Queréis ampliar vuestra Hacienda?- me preguntó María.
- Además de ampliar la Hacienda, quiero crear un colegio.- les dije.- tengo la intención de transformar la mansión de Don Gabriel en un colegio para los niños del pueblo, pero también quiero crear una escuela de música.
- Es una idea estupenda.- apuntó Juan.
- A mí también me parece muy buena idea.- dijo María.
- Es algo genial, una idea genial.- comentó Carlos.
- Pues si todos estamos de acuerdo, trataré con Don Gabriel para adquirir su Hacienda.- les dije.- pero voy a necesitar de toda vuestra ayuda.
- ¡¿De nuestra ayuda?!- preguntaron los tres al unísono.
- Pues así es, hay una misión para cada uno de vosotros.- les dijo.
- ¿Que es lo que queréis que haga?- preguntó María, con su habitual curiosidad.
- Vos, os ocuparéis del colegio, he pensado que podéis ser la directora del colegio.- le dije a María.
- No sé, es algo muy importante, quizás sea demasiado para mí.- comentó María, algo nerviosa.- no sé si sería capaz de ocuparme de tal cometido.
- Yo confío en vos, se que estáis preparada para ello.- le dije a María para tranquilizarla. -Estoy completamente seguro de que seréis una directora estupenda.
- Después de ese voto de confianza, creo que no podré negarme.- dijo María muy animada.- esta bien, lo intentaremos.
- ¿Y qué es lo que tenéis pensado para mí?- preguntó Juan muy entusiasmado.
- Muy bien mi amigo, vos os ocuparéis de la Hacienda, volveréis a ser el administrador de la Hacienda, como lo fuisteis mientras yo estuve fuera por mucho tiempo.- le dije.
- ¿Por qué?, ¿Acaso os vais a marchar de nuevo?- me preguntó Juan algo preocupado.
- No, no pienso marcharme.- le respondí.- Solo es, que voy a estar muy ocupado y no podré ocuparme de la administración de la Hacienda. Tengo la intención de ocuparme del Conservatorio de música.
- Esta bien, yo me ocuparé de la administración de la Hacienda, como ya hice antes.- dijo Juan.- Me parece genial que volváis al mundo de la música.
- ¿Y yo, que es lo que voy a hacer?- preguntó Carlos muy entusiasmado.
- Tú seras el mejor alumno del colegio y del conservatorio.- le dije a Carlos.
- Vaya, ¿solo eso?- preguntó Carlos muy desanimado.
- No Carlos, era una broma.- le dije sonriéndole.- además de estudiar, necesitaré que de vez en cuando me ayudes en las clases.
- Eso ya me parece mejor.- dijo Carlos más animado.
- Yo también necesitaré que me ayudéis, en alguna ocasión.- le dijo María a Carlos.
- Puede que yo también necesite ayuda alguna vez.- comentó Juan.
- Ufff! No sé si podré con tanto trabajo, eso será demasiado para mí.- dijo Carlos echándose las manos a la cabeza.
Cosa que nos hizo mucha gracia a todos, y nos reímos los cuatro a la vez.
Al día siguiente, fui a visitar al Señor Garrido, para tratar sobre la compra de su Hacienda, Don Gabriel era un hombre muy anciano y muy simpático, y un gran amigo de la familia, mis padres y él se conocían desde que eran unos niños. Tratar con Don Gabriel no fue nada complicado, desde que se quedó viudo hace unos años, quería irse a Sevilla, donde tenía algunas tierras, y donde vivían sus hijos. Él añoraba a sus hijos y quería estar cerca de ellos, desde la muerte de su esposa era su único deseo.
La negociación, parecía más una charla de viejos amigos, que una reunión de negocios, no dejaba de contarme anécdotas de su juventud, y las batallitas que vivieron él y mi padre. A Don Gabriel le encantaba contar estas historias, y porque no decirlo, a mí también me encantaba escucharlas.
Después de varias horas, en las que incluso Don Gabriel me invitó a almorzar con él, lleguemos a un acuerdo. él estaba entusiasmado con la idea de que su casa se convirtiese en un colegio, y el precio de la propiedad no era muy elevado, podría considerarse casi como un regalo, era poco dinero por esta Hacienda, pero Don Gabriel no quiso aceptar más dinero, decía que la Villa necesitaba un colegio, y que de alguna manera era su regalo para la Villa, y yo acepté. El colegio sería gratuito para todos los niños de La Villa.
Y los beneficios obtenidos por el Conservatorio, servirían para cubrir los gastos del Colegio. Don Gabriel estuvo deacuerdo con este plan, era un hombre que se preocupaba mucho por los demás, y no veía con buenos ojos, que solo los hijos de gente adinerada, pudiesen ir al colegio, pues aquellos que no tenían recursos económicos, no tenían ninguna posibilidad de poder estudiar.
Don Gabriel y yo nos pusimos de acuerdo en todos los detalles, y después de todo lo sucedido volví a mi casa, cuando era casi la hora de la cena. Al entrar en casa, Juan, María y Carlos, salieron a mi encuentro, estaba claro que todos ellos esperaban saber que era lo que había ocurrido en la Casa de Don Gabriel.
- Antes de que empecéis a atosigarme con vuestras preguntas.- les dije.- vayamos a cenar, y allí os cuento todo lo que ha ocurrido.
Y así lo hicimos, nos dirigimos al salón-comedor para cenar, y durante unos cuantos minutos estuvimos comiendo en silencio, la tensión era tan espesa, que podía cortarse con un cuchillo, hasta que ya no pudieron soportar más la espera.
- ¡Padre, por favor, contadnos lo que ha pasado!- me pidió Carlos.
- ¡Si, hablad!, ¿que ha sucedido?- preguntó María.
- ¡Señor, la espera nos está matando!- comentó Juan.
- Esta bien, si tanto lo queréis saber, os lo contaré.- les dije.- Don Gabriel ha consentido en venderme su Hacienda.
- ¡¡Qué bien!!- gritaron los tres a la vez, a la vez que aplaudían.
- Pero ha puesto una condición.- les informé.
- ¿Una condición?- preguntaron de nuevo a vez, mis tres oyentes.
- Así es.- les contesté.- me vende la Hacienda a muy bajo precio, con la condición que que el colegio sea gratis para todos los niños de la Villa, que no puedan costearse los estudios. Él quiere ayudar a los niños del pueblo, y por supuesto que yo he aceptado de muy buen grado, ya que esa era mi idea.
- Don Gabriel siempre ha sido un hombre muy bondadoso y generoso.- comentó Juan.- con un enorme corazón.
- Cierto.- le repliqué.- Como Don Gabriel hay pocos hombres, en este mundo, toda una pena.
- Si todas las personas adineradas fuesen como el Señor Garrido y como vos, este mundo sería mucho mejor.- reflexionó María.
- En eso si que os doy toda la razón.- le dije a María.- Mañana Don Gabriel y yo, iremos a ver al Licenciado Gutiérrez, para que inicie todos los trámites necesarios, para la compra de la Hacienda, y arreglar la nueva escritura de ésta.
- Que bien, cuanto antes mejor.- dijo Carlos.
- La verdad, es que Don Gabriel tiene prisa por irse a Sevilla, para estar más cerca de sus hijos.- les informé.- y lo cierto, es que yo también tengo mucha prisa por emprender esta empresa, espero que todo salga bien.
- Todo saldrá como la seda.- afirmó Juan.
- Desde luego, no me cabe la menor duda.- dijo María.
- Pues claro que sí.- apuntó Carlos.
- Eso espero, amigos.- les dije.- eso espero, realmente lo deseo mucho.
Al día siguiente Don Gabriel y yo estuvimos con José Manuel, el Licenciado Gutiérrez, en la Notaría y en el Registro de la Propiedad, para arreglar todo el papeleo relacionado con la compra de la Hacienda. Gracias a José Manuel, todo fue muy rápido y sencillo.
Por supuesto también estuvimos en el Banco arreglando el asunto económico. Y en el Ayuntamiento, solicitando todos los permisos necesarios para la apertura del Colegio y del Conservatorio de música.
Unos días más tarde Don Gabriel dejó su Hacienda, Juan, Carlos, María y yo fuimos a despedirle. Estábamos en la entrada, a los pies de unas escaleras de mármol blanco que daban al porche de entrada de la casa y Don Gabriel me hizo entrega de las llaves de la Hacienda.
- Amigo mio, os entrego vuestra nueva propiedad, y aquí tenéis sus llaves.- me dijo Don Gabriel, al darme las llaves.
- Muchas gracias, Don Gabriel.- le agradecí.- Le daremos muy buen uso a su casa.
- Ya no es mi casa.- dijo.- ahora es vuestra, y sé que le daréis el mejor uso posible.
- Si me lo permitís, me gustaría ponerle vuestro nombre al Colegio.- le pedí a Don Gabriel.
- ¡Ummm! Mi nombre al Colegio.- exclamó.
- Se llamaría "Colegio Don Gabriel Garrido", de esta manera, nadie en La Villa se olvidaría de vos.
- Me parece muy bien, es más, sería todo un honor.- me dijo Don Gabriel.- podéis ponerle el nombre que más os plazca.
- Muchas gracias, Don Gabriel, pues ese nombre le pondremos al Colegio.- le dije.
- Lo único que me importa es que todos los niños de este estupendo pueblo, tengan la oportunidad de poder estudiar, y de esta manera poder labrarse un futuro mejor.- comentó Don Gabriel.
- No os preocupéis, nosotros nos ocuparemos de todo eso. Seguro que todos los niños aprovecharan esta oportunidad.- le dije.- y todos ellos le estarán muy agradecidos.
- Espero que estudien mucho, se que dejo todo esto en buenas manos.- dijo Don Gabriel.
- Espero no defraudaros, pondré todo mi empeño en esta empresa.- le prometí a Don Gabriel.
- De eso no me cabe la menor duda, amigo mio.- me dijo.- Ya se esta haciendo tarde, será mejor que emprenda viaje, es un viaje muy largo, y quisiera llegar a mi primera parada antes del anochecer. Por favor mantenedme informado de como van las cosas.
- Perded cuidado, os escribiré muy a menudo.- le dije.- Por favor, transmitidle mis saludos a vuestros hijos, que hace muchos años que no nos vemos.
- Lo haré, seguro que ellos también se sentirán contentos de tener noticias vuestras.- me comentó.
Acompañé a Don Gabriel hasta su carruaje, le abrí la puerta y le ayudé a subir.
- Espero que tengáis un agradable viaje.- le deseé.- y gracias por todo Don Gabriel.
- No tenéis que agradecerme nada, voy a hechar de menos esta casa.- dijo mirando la casa a través de la ventanilla del carruaje, con cara apenada.
- La sabremos cuidar.- le dije para animarlo un poco.
- Lo sé, amigo mio, lo sé.- me replicó.
Don Gabriel ordenó a su conductor emprender viaje, y el carruaje se puso en marcha. Su carruaje iba seguido por un par de carros que transportaba su equipaje y algunos de sus enseres.
- ¡Adios! Don Gabriel.- le grité, conforme se alejaba el carruaje.
- ¡Buen viaje, Señor Garrido!- le dijo Juan.
- ¡Id con Dios, Señor!- le dijo María.
- ¡Que os vaya bien, Don Gabriel!- le deseó Carlos, mientras agitaba su brazo despidiéndose.
-¡Adiós amigos, adiós!- Gritaba Don Gabriel, asomándose por la ventanilla y moviendo su brazo.
En cuestión de unos pocos minutos el carruaje de Don Gabriel y los dos carros desaparecieron de nuestra vista, rumbo a Sevilla.
- ¿Que tal, si hechamos un vistazo a la casa?- preguntó María, con su sonrisa picarona dibujada en su rostro.
- Si, veamos la casa.- pidió Carlos.
- Yo ya la he visto antes.- comentó Juan, restándole importancia.
- Lo cierto es que yo también la he visto muchas veces.- les dije.
- ¡Por favor, por favor!- suplicaron María y Carlos a la vez, juntando sus manos.
- ¡Esta bien! Si lo deseáis tanto, entonces veremos la casa.- les dije, mientras Juan y yo nos reíamos.
Era una casa inmensa, con muchas habitaciones muy espaciosas, perfectas para emplazar las aulas. Estuvimos durante mucho rato viendo todas las habitaciones de la casa, en la mayoría de ellas Don Gabriel había dejado los muebles y muchos enseres.
- Es una casa muy grande.- comentó María.
- Si que lo es.- dijo Carlos muy sorprendido.
- Realmente es muy grande.- dije.- Pensé en dejar el ala Este de la casa para el colegio, y el ala Oeste para el Conservatorio de música. Y las habitaciones de la planta superior se destinarían a dormitorios para los alumnos que vengan de lejos. En las salas más grandes pondríamos los comedores, por fortuna esta casa dispone de unas cocinas muy bien equipadas.
- Realmente, lo tenéis todo pensado.- dijo Juan.
- Jajajajaja..., así es.- dije mientras todos reíamos.
- Quedará todo estupendo.- comentó María.
- Seguro que sí.- dijo Carlos.
- Para facilitar las cosas también he pensado en contratar a la misma servidumbre que tenía Don Gabriel, cocineros, criados, camareras, mozos de establo, jardineros,...- les dije.
- Eso nos ahorrará mucho trabajo.- dijo Juan.- pero habrá que contratar a algunos profesores.
- Desde luego, profesores para las asignaturas del Colegio, matemáticas, historia, literatura, ciencias,..., y profesores de música para el Conservatorio, profesores de instrumentos de cuerda, de viento, de percusión, etc...- les dije.- nos queda una ardua tarea por hacer todavía.
- Y no nos podemos olvidar de los pupitres, y los encerados, y de todo el material necesario para los alumnos.- resaltó María.
- Por supuesto que no me he olvidado de todo ello.- le dije a María.- tenemos mucho trabajo que hacer, todos tenemos que arrimar el hombro, para lograr nuestros propósitos.
- Contad conmigo.- dijo Juan.
- Conmigo también.- señaló Carlos.
- Y por supuesto, también conmigo.- dijo María.
- Sabía que podía contar con todos vosotros.- les agradecí.- Todos juntos lo lograremos. ¡Lo conseguiremos!

2 comentarios:

MEINSÜNDE dijo...

NNoo tengo nnigunaa ddudaa que lo conseguirán, uno para ttodoss y todos pparaa uno !!!!!! jjajaa

Un llindoo cap. pero ...
me ppermitess una sugerencia sin áánimoo de molestar ????
que ssalgann un ppoquitoo de vez en cuando de la Hacienda, un ppocoo de aairee nunca viene mmall no ????

Joder como mmejorass !!!!!!

BBesoss con ccariñoo

!!!!!!!!! NOS SEGUIMOS LLEYENDOO !!!!!!!!!!!

Anónimo dijo...

FANTASTICO.....me ha encantado como todos.. pero sir batoosahi es mi imaginacion o te has demorado en publicar.. ya me estaba desesperando.. jejej =D .. me ha encantado...espero el proximo...nos leemos... :)