viernes, 31 de agosto de 2012

A LAS ESTRELLAS, DE GERTRUDIS GÓMEZ DE AVELLANEDA.



Reina el silencio: fúlgidas en tanto,
luces de amor, purísimas estrellas,
de la noche feliz lámparas bellas,
bordais con oro su enlutado manto.

El placer duerme y vela mi quebranto,
y rompen el silencio mis querellas,
volviendo el eco, unísono con ellas,
de aves nocturnas el siniesrto canto.

Estrellas, cuya luz modesta y pura,
del mar duplica el azulado espejo,
si a compasión os mueve la amargura.

Del intenso penar, por que me quejo,
¿Cómo para aclarar mi noche oscura
no teneis ¡ay! ni un pálido reflejo?

miércoles, 29 de agosto de 2012

AMOR EN EL HOSPICIO, DE DYLAN THOMAS.


Una extraña ha venido
a compartir mi cuarto en esta casa que anda mal de la cabeza,
una muchacha loca como los pájaros,

traba la puerta de la noche con sus brazos, sus plumas.
Ceñida en la cama revuelta
alucina con nubes en esta casa a prueba de cielos,

hasta alucina con sus pasos este cuarto de pesadilla.
libre como los muertos
o cabalga los mares imaginarios del pabellón de hombres.

Ha llegado posesa
la que admite la alucinante luz a través del muro saltarín,
posesa por los cielos

ella duerme en el canal estrecho, hasta camina el polvo,
hasta desvaría a gusto
sobre las mesas del manicomio adelgazadas por mis lágrimas.

Y tomado por la luz de sus brazos, al fin, mi Dios, al fin
puedo yo de verdad
soportar la primera visión que incendia las estrellas.

lunes, 27 de agosto de 2012

REMORDIMIENTO PÓSTUMO, DE CHARLES BAUDELAIRE.


Cuando en el fondo duermas, mi Bella Tenebrosa,
de una tumba de mármol negro construida;
y tan sólo tengas por lecho o guarida
una bóveda lluviosa y una profunda fosa.

Cuando oprima la losa tu carne trémula
y tus flancos doblados con encanto tendida,
el latir y el desear a tu pecho le impidan,
y a tus pies huir su carrera azarosa.

La Tumba, confidente de mi sueño infinito,
(porque la Tumba siempre comprenderá al Poeta)
en esas largas noches en las que el sueño está prohibido,

Te dirá: "¿De qué os sirve, indiscreta cortesana,
no haber conocido lo que los Muertos lloran?".
Y el gusano roerá tu carne,
como un Remordimiento...

miércoles, 22 de agosto de 2012

AL DESTINO, DE GERTRUDIS GÓMEZ DE AVELLANEDA.


Escrito estaba, sí: se rompe en vano
una vez y otra la fatal cadena,
y mi vigor por recobrar me afano.
Escrito estaba: el cielo me condena
a tornar siempre al cautiverio rudo,
y yo obediente acudo,
restaurando eslabones
que cada vez más rígidos me oprimen;
pues del yugo fatal no me redimen
de mi altivez postreras convulsiones.

¡Heme aquí! ¡Tuya soy! ¡Dispón, destino,
de tu víctima dócil! Yo me entrego
cual hoja seca al raudo torbellino
que la arrebata ciego.
¡Tuya soy! ¡Heme aquí! ¡Todo lo puedes!
Tu capricho es mi ley: sacia tu saña...
Pero sabe, ¡oh cruel!, que no me engaña
la sonrisa falaz que hoy me concedes.

miércoles, 15 de agosto de 2012

A LA PEREZA, DE MANUEL BRETÓN DE LOS HERREROS.


¡Qué dulce es una cama regalada!
¡Qué necio el que madruga con la aurora
aunque las musas digan que enamora
oír cantar a un ave en la alborada!

¡Oh, qué lindo en poltrona dilatada
reposar una hora y otra hora!
Comer, holgar..., ¡qué vida encantadora,
sin ser de nadie y sin pensar en nada!

¡Salve, oh, Pereza! En tu macizo templo
ya, tendido a la larga, me acomodo.
De tus graves alumnos el ejemplo

arrastro bostezando: y en tal modo
tu apacible modorra a entrar me empieza
que no acabo el soneto... de per... (eza).

viernes, 10 de agosto de 2012

EL AMANTE CASADO, DE COVENTRY PATMORE.



¿Por qué me lamento después de conquistarla?
Porque la gracia vestal de su espíritu
me incita incansable a perseguirla,
y ella, como un espectro, elude mis abrazos;
tan intensa es su femineidad que verla
es como besar la mano de una Reina,
caricia que no conforma ninguna familiaridad;
sino que marca la justa altura
a la que puede aspirar la negligencia,
así como las damas humildes hostigan
la gracia que confunden con imprudencia;
entonces ella con cálidos favores alimenta
la lealtad de un amor tan grande
que allí la presunción jamás se diferencia
en el acto o la palabra,
tan humildes como la mujer humilde puede ser,
sus modales al llamarme Señor
me recuerdan la intensa cortesía;
y no menos el consentimiento de su voluntad
que mi orgullo herido afectó,
pero aquel noble estilo todavía
la impulsa a un inalcanzable desierto;
mientras recuerdo su risa y su aliento,
recuerdo que cuando todo está ganado
aún podemos preguntar,
reflejar la luz de la nieve sin esperanzas
que brilla en el éter de su virginidad,
porque, aunque libre de otros templos,
conservo este santuario bajo los cielos;
ya que, en definitiva,
ella nunca podrá ser mía.

miércoles, 8 de agosto de 2012

UNA DAMA CRUEL, DE THOMAS CAREW.


Hemos leído sobre reyes y amables dioses
que llenaron sus cálices en el arroyo;
pero diariamente, sin decir gracias, vuelco
el flujo de mis lágrimas convertidas en río.
Un toro sacrificado puede aplacar la cólera de Jove,
un caballo al Sol, un cordero al Dios del Amor,
pero ella desdeña las inmaculadas ofrendas
de un corazón puro, abatido a los pies de su altar.
Vesta no me desprecia, en su urna casta
dónde las sombrías llamas arden por siempre;
pero sí mi Santa indiferente, en cuyo nombre
he consagrado un fuego imperecedero.
El rey asirio ha devorado a los temerarios
que ante su imagen no osaron postrarse;
yo, con las rodillas desgarradas adoro a mi Dama,
sin embargo ella se consume en su propia idolatría.
De tal Diosa el tiempo no dejará registro,
cuando el fuego derribe el templo donde fue adorada.

lunes, 6 de agosto de 2012

EN TU LECHO DE MEDIANOCHE, DE ALFRED EDWARD HOUSMAN.




Yaciendo en tu lecho de medianoche,
escucha debajo de la puerta
a los jóvenes que agotan su luz en suspiros;
llegará el día en que la penumbra los arrebate,
y en la oscuridad ya no podrán suspirar;
como la noche que alivia la pena del amante,
cúbrame con su piedad, ya que no hay mañana para mí.

En la tierra a la que viajo,
un lejano refugio me aguarda.
Su delicada cama está hecha de grava,
y en aquel gentil lecho yaceré;
con el pecho sofocado de cizañas,
descansando sobre otros,
cuya esencia era la luz,
y su destino es el polvo.

miércoles, 1 de agosto de 2012

UN AÑO Y UN DÍA, DE ELIZABETH ELEANOR SIDDAL.

Lentos días han pasado haciendo un año,
lentas horas que hacen un día,
desde que tomé a mi dulce primer amor
y lo besé a la manera antigua;
las verdes hojas acariciaron mis mejillas,
querido Cristo, en este mes de mayo.

Reposo entre la erguida y húmeda hierba
que se arquea encima de mi cabeza,
cubriendo mi rostro perdido,
cobijándome en ese lecho
con ternura y amor,
como la hierba sobre los muertos.

Oscuros espectros de un mal desconocido
flotan sobre mi mente cansada;
las informes visiones de mi vida
pasan como un tren fantasmal;
algunas corren por mis mejillas,
penosas lágrimas que caen como rocío.

Una sombra descansa sobre la hierba
y se posa a mis pies;
un nuevo rostro aparece entre mis manos.
Querido Cristo, si pudiese llorar mi desdicha
para que el silencio caiga sobre las hojas de estío
mientras saludo a este nuevo rostro mío.

Sin embargo, no es sino la memoria
de algo que he visto
en un verano de ensueño,
entre los verdes tallos pequeños:
el rostro de aquel dulce amor,
que extraño y lejano parece.

El río siempre corre
entre mis sábanas de césped,
las voces de un millar de aves
que cantan sobre mi cabeza,
me traerán un triste sueño
cuando este sueño triste haya muerto.

El silencio cae sobre mi corazón
y agita todo su dolor.
estiro mis brazos en el pasto largo
y vuelvo a dormir,
vacía de todo amor, de vida,
como una espiga vencida.