jueves, 19 de mayo de 2011

UNA NUEVA VIDA. 12ª Parte: Un bello sueño.



 
Durante una semana estuve enseñándole a Carlos equitación y esgrima, y mientras las practicábamos solíamos ver a Juan y a María, conversando y paseando juntos por los jardines, en mi modesta opinión, creo que entre esta pareja esta surgiendo algo, algo bello y hermoso, creo que entre ellos dos, está surgiendo el amor, se estaban enamorando los dos.
- ¡Padre!- llamó Carlos mi atención.
- Si, hijo, dime.- le respondí, mientras seguíamos con la clase de esgrima.
- Ya lleváis una semana enseñándome equitación y esgrima.- me replicó Carlos.- ¿cuando vais a empezar con las clases de piano?, aún no he llegado ni a ver el piano.
- Pronto, muy pronto, os enseñaré a tocar el piano.- le contesté.
- Pues, parece como si no quisierais enseñarme.- protestó.- me gusta que me enseñéis equitación y esgrima, pero también quiero llegar a tocar el piano.
- Esta bien, tenéis razón, creo que ya ha llegado el momento.- le informé a Carlos.- mañana mismo empezaréis a tocar el piano
- ¡Bien, estupendo!- exclamó Carlos con mucha alegría.
- Pero eso no quiere decir que dejarás la equitación y la esgrima.- le informé.- seguiremos con ellas también.
- Esta bien.- dijo Carlos.- pero quiero llegar a tocar el piano, como lo tocáis vos.
- Intentaré enseñaros lo mejor que sé.- le dije.- y llegaréis a tocarlo como yo.
Al día siguiente tras sus clases con María, y como le prometí a Carlos, lo cité en la sala donde estaba el piano. Carlos llegó a la sala corriendo y muy entusiasmado, donde ya lo estaba esperando yo, sentado al piano.
- ¿Puedo pasar?- preguntó Carlos con la voz jadeante, abriendo la puerta de la sala y asomando su cabeza, por el pequeño hueco.
- Por supuesto.- le autoricé.- os estaba esperando, Carlos. Pasad no os quedéis en la entrada.
- Ya estoy aquí.- señaló Carlos mientras tomaba aire, estaba agotado por haber venido corriendo.- ¿Hoy por fin, me enseñaréis a tocar el piano?
- Sí, venid aquí.- le pedí.- sentaos junto a mí, en frente del piano.
- ¿Podré tocar sus teclas?- preguntó Carlos sentándose a mi lado, parecía temer tocar las teclas del piano.
- Sí, podréis tocar sus teclas.- le respondí.- Como puedes ver tiene muchas teclas, y cada una de ellas emite un sonido diferente.
- Madre mía, cuantas teclas tiene.- observó Carlos.- debe ser muy difícil tocar el piano, con tanta tecla.
- Como todo en la vida, es cuestión de práctica.- le dije a Carlos.- cuanto más practiquéis mejor lo haréis.
- Pero yo quiero llegar a hacerlo tan bien, como lo hacéis vos.- replicó Carlos.- quiero llegar a ser un gran pianista. Juan me contó que sois un gran concertista de piano, y que habéis viajado por todo el mundo. dando conciertos de piano.
- ¿Así que Juan os ha contado cosas de mi pasado?- pregunté con ironía.- bueno, empezad por tocar las teclas una a una y escuchad el sonido que producen.
Carlos comenzó a tocar las teclas una por una y se escuchaba la escala: Do, re, mi, fa, sol, la, si, do..., y vuelta a empezar con otra escala, Carlos tocaba muy lentamente las teclas con el dedo índice de su mano derecha.
- ¿Carlos. recuerdas lo primero que te enseñé en las clases de equitación?- le pregunté.
- Pues sí.- contestó Carlos.- permanecer con la espalda recta y..., sentir el mismo ritmo del caballo, para adaptarme a él, como su fuésemos uno solo.
- Pues eso tienes que aplicarlo aquí.- le informé.- mantened la misma postura, que cuando montáis a caballo, y cuando toquéis, tenéis que sentir el ritmo de la música, de igual manera que sentíais el ritmo del movimiento del caballo, vos con la música debéis llegar a ser uno, de esta manera llegaréis a ser un virtuoso del piano.
- Sí, sí, tenéis toda la razón del mundo.- señaló Carlos.
Y así lo hizo, corrigió su postura al piano, y continuó tocando las teclas del piano una a una, y parecía sentir mejor el ritmo de las notas musicales.
- Y ahora acordáos de lo que aprendimos con las clases de esgrima.- le apunté.
- ¿Y a qué os estáis refiriendo?- preguntó Carlos intentando recordar.
- Dije que para el uso del florete la fuerza radica en los dedos.- le recordé a Carlos.- Con la práctica del florete habéis adquirido mucha agilidad en los dedos, así que, usad esa agilidad adquirida, con las teclas del piano, usad todos los dedos.
- Esta bien, así lo haré.- dijo Carlos.
Carlos hizo caso de mis consejos, y comenzó a usar todos los dedos para tocar las teclas, y al hacerlo parecía que el sonido del piano había mejorado. La notas musicales eran mucho más melodiosas ahora. Tocar las teclas de un piano puede hacerlo cualquier persona, pero lo difícil es transmitir sensaciones cuando se toca, y eso es lo que hace un buen concertista de piano.
- ¿Q te parece ahora?- le pregunte a Carlos.- ¿a que suena mucho mejor que antes?
- Pues lo cierto es que sí.- me contestó.- se nota la diferencia, antes se escuchaba peor, ahora sí que suena mejor.
- Ahora vamos a probar con otra cosa.- le dije.- fijáos en mí, y luego repetid lo que yo haya hecho.
- De acuerdo.- me dijo Carlos.- me fijaré bien.
Entonces me puse a tocar una melodía nada complicada, empecé con unas pocas notas, y Carlos después las repetía, no lo hacía nada mal, luego fui aumentando el numero de notas poco a poco, conforme Carlos los repetía. Al aumentar el numero de notas, Carlos cometió algunos errores, y él mismo se enfadaba por ello.
- Como has comprobado por ti mismo.- le dije.- no es fácil aprender a tocar de memoria.
- Es que son muchas teclas, las que hay que memorizar.- protestó Carlos.
- Para eso están las partituras.- le informé.- son la manera de escribir la música en papel, y así luego poder leerla, para poder tocarla.
- Yo ya sé leer muy bien.- apuntó Carlos muy orgulloso.
- En ese caso.- le dije, cogiendo una partitura que había sobre el piano y mostrándosela.- podéis leerme esto.
- ¿Pero esto que es?- preguntó Carlos muy sorprendido.
- Esto es una partitura, y se lee de esta manera.- le dije, a la vez que interpretaba la melodía que estaba plasmada en la partitura.
- Ha sido fantástico.- me alabó Carlos, una vez terminada la melodía.
- Cada símbolo de la partitura representa una nota musical.- le informé.- y sabiendo que nota es, luego sabes que tecla debes pulsar.
- Eso parece muy difícil de aprender.- apuntó Carlos.- esto no será nada fácil, para mí.
- Acaso no aprendisteis a leer y escribir.- le dije.- pues, también aprenderéis a leer una partitura.
- ¿Estáis seguro de ello?- preguntó Carlos.
- No me cabe la menor duda.- le dije.- yo os enseñaré, y con lo inteligente que sois, seguro que aprenderéis muy rápido.
- Eso espero, yo pondré todo mi empeño en ello.- dijo Carlos muy animado.
- He de admitir, que vuestra fuerza de voluntad es admirable.- le dije a Carlos, eso era algo que me hacía estar muy orgulloso de él.
- Y conseguiré tocar muy bien el piano.- dijo Carlos.- llegaré a tocarlo tan bien, como lo tocáis vos.
Durante muchos meses le estuve dando a Carlos clases, se convirtió en un gran jinete, y en un buen tirador de esgrima, lo cierto es que Carlos disfrutaba mucho con estas actividades, y a mí me encantaba estar con él, me lo pasaba genial montando a caballo, y practicando esgrima con mi Hijo. Pero con lo que más disfrutábamos los dos eran con las clases de piano, se le veía tan contento a Carlos, cuando ambos tocábamos juntos, con el tiempo Carlos llegó a interpretar las partituras, y lo consiguió muy deprisa, y en muchas ocasiones tocábamos a dúo alguna obra musical. De vez en cuando le dejaba la tarde libre, para que pudiera jugar con sus amigos, no todo era estudiar y estudiar.
Pero lo mejor de todo era, que en muchas ocasiones, cuando Carlos y yo tocábamos el piano, sentía la presencia de Ella, notaba su aroma, y el roce de su mano sobre mi hombro, o en mi rostro cuando me lo acariciaba. Y algunas veces Carlos me comentaba que sentía como si alguien le acariciara la cara, cuando tocábamos juntos. Ella nos observaba a los dos, y no podía evitar acariciarnos.
Una noche en la que estaba en la sala tocando el piano, como tantas otras noches lo había hecho, volví a recibir una grata visita, una de esas visitas con las que tanto disfrutaba, y que nunca quería que acabasen.
- ¡Muy buenas noches, Vida mía!- me saludó Ella muy dulcemente, a la vez que me daba un beso en la mejilla.
- ¡Buenas noches, Mi amor!- le devolví el saludo y el beso.
- Últimamente, se os ve muy contento.- señaló Ella, regalándome una de sus hermosas sonrisas.
- La verdad, es que sí.- le respondí.- me encanta estos momentos que paso con mi Hijo, enseñándole de nuevo, aunque ahora le estoy enseñando otras cosas.
- Y como siempre, lo estáis haciendo muy bien.- dijo Ella.- Carlos monta muy bien, también maneja muy bien el florete, y esta aprendiendo muy rápido a tocar el piano, y cada día lo esta haciendo mucho mejor.
- Muchas gracias, por la parte que me toca.- le agradecí a Ella.
- No tenéis que agradecerme nada.- me dijo.- yo tan solo os digo la verdad, sois un gran profesor, no importa la asignatura que enseñéis.
- No creo que sea tan buen profesor.- le dije.- tan solo intento serlo, y le pongo todo mi empeño.
- ¿Pero os estáis escuchando?- preguntó Ella.- Fijáos en Carlos, el es feliz aprendiendo con vos, y aprende deprisa por que disfruta estudiando con vos. Además tuvísteis una gran idea enseñándole equitación y esgrima.
- Si, con ello quise que Carlos aprendiera algunos principios básicos, para aplicarlos a la hora de tocar el piano.- le dije.
- Y a la vez que Carlos aprendía, también se divertía.- señaló.- y eso es síntoma de que sois un gran profesor.
- Esta bien, vos ganáis.- le dije con una sonrisa.- soy un buen profesor, jajajaja...
- Menos mal, pensaba que al final os tendría que tirar de las orejas, para que me diérais la razón.- me replicó Ella, con ironía.
- No, eso no.- dije tapándome las orejas con las manos.- un tirón de orejas, no.
- No os preocupéis.- me dijo dándome un tierno beso en los labios.- yo nunca os haría daño.
- Eso ya lo sé.- le dije.- pero de pequeños, más de un tirón de orejas me habéis dado.
- Bueno, es que de pequeño algunas veces os portabais mal conmigo.- me reprochó Ella.- y además, os lo merecíais.
- Si, es cierto.- le dí la razón.- pero después todo cambió, después me portaba muy bien con vos.
- Disfrutaba mucho de esos momentos juntos.- afirmó Ella.- incluso cuando os portabais mal, y después cuando crecimos, y vos os portabais tan dulcemente conmigo.
- Es que me enamoré de vos.- le dije con tono algo burlón.- y tenía que engañaros para que cayerais en mis redes, y poder atraparos.
- Y al final caí en vuestras redes, como la mosca cae en la tela de araña.- dijo Ella con la mirada clavada en el suelo.- pero por desgracia una terrible enfermedad se cruzó en nuestras vidas.
- Y sufrimos mucho por ello los dos.- recordé con tristeza.- pero ahora las cosas han cambiado, y os amo más cada día.
- Yo también os amo.- me replicó Ella dándome un apasionado beso.
- Bueno, dejemos de recordar esos momentos tan tristes.- le pedí a Ella.
- Tenéis razón, es mejor no recordar hechos tan tristes.- me dio Ella la razón.- Tengo curiosidad por una cosa.
- Decidme pues.- le dije.- ¿que cosa es esa?
- Me he fijado últimamente que Juan y María están muy unidos.- me comentó Ella.
- Si, tenéis razón.- le dije.- yo también me he percatado de ello.
- ¿Creéis que entre ellos hay algo más que una gran amistad?- me preguntó con mucha curiosidad.
- Pues sinceramente, es algo que desconozco.- le respondí.- pero me alegraría mucho, que surgiera algo más que amistad entre ellos.
- Sí, tenéis razón.- me replicó Ella.- a mí también me gustaría, María y Juan hacen una linda pareja.
- Celebrar una boda en esta casa, esa idea me atrae mucho.- le dije.
- ¿No creéis que os estáis apresurando?- preguntó Ella.
- Por muchos años, soñé con celebrar una boda en esta casa.- le comenté a Ella.- celebrar nuestra boda, celebrar mi matrimonio con vos. Una boda por todo lo alto en esta casa.
- Yo también deseaba una boda así con vos.- dijo Ella apenada.- pero los deseos, no siempre se pueden cumplir.
- Pero eso ahora, es algo que ya no me importa.- le dije mientras la abrazaba, y la besaba apasionadamente, intentando evitar que Ella se sintiera triste.
- Aunque no pudimos casarnos, yo me siento muy feliz ahora.- me dijo Ella.- Os amo con toda mi alma, y sé que vos sentís lo mismo por mí.
- De eso podéis estar segura.- le confesé a Ella.- Yo os amaré por siempre, no importa lo que suceda, os amaré por toda la eternidad.
Permanecimos abrazados, en silencio, durante muchos minutos, hasta que Ella rompió este mágico momento.
- Ya es tarde, querido, deberíais iros a la cama.- me dijo.- debéis descansar, estáis agotado.
- Pero no quiero que os marchéis.- le dije.- quiero que estéis aquí, conmigo.
- Esta bien, me quedaré con vos esta noche.- me concedió Ella.- Pero subid a vuestra alcoba, no querréis pasar otra noche aquí, durmiendo sobre el piano.
- En ese caso, me iré a la cama.- le dije a Ella.- si vos permanecéis a mi lado.
Y así fue como subí a mi alcoba a dormir, y Ella me acompañó. Me tumbé en mi cama para dormir y Ella se tumbó a mi lado, y abrazado a Ella me quedé dormido. Mientras dormía tuve un agradable, hermoso y maravilloso sueño:
La casa estaba muy decorada, llena de flores por todas partes, inundando de agradables aromas todos los rincones de la casa. Era un precioso día de primavera, un soleado día, sin calor y a la vez sin frío, con una temperatura muy agradable. Y los pájaros trinaban en el exterior.
De pronto me vi a mi mismo en la capilla privada de mi Hacienda, en frente del altar, vestido con mis mejores galas, junto a mí se encontraba el párroco de la Villa y sentados en los bancos de la capilla, se encontraban todos mis familiares y mis amigos.
Fue entonces cuando sonó una marcha nupcial, y al oír esta música, me giré hacia la puerta de la capilla y pude ver como entraba una pareja agarrados del brazo, era Ella acompañada por su Padre. Ella vestía con un hermoso vestido de novia blanco, con un velo cubriéndole la cabeza y una gran ramo de rosas blancas en las manos.
Ella junto a su acompañante se acercaron lentamente hacia el altar, y su Padre me la entregó, de inmediato el párroco comenzó con la ceremonia, la ceremonia que nos convirtió, a Ella y a mí en marido y mujer, la ceremonia de matrimonio. Cuando el cura terminó la ceremonia, tras el beso, todos los presentes aplaudían y gritaban de alegría.
Tras la ceremonia se celebró una gran fiesta, todo el mundo derrochaba alegría, era una fiesta formidable. Pero el momento culminante de la fiesta, fue el baile, ese primer baile que bailábamos Ella y yo, como marido y mujer, la orquesta que amenizaba la fiesta comenzó a tocar el Vals "El Danubio azul", de Johann Strauss, el Vals más bello que se ha compuesto. Fue todo un placer bailar ese Vals con Ella, con quién ahora era mi esposa.
Me sentía tan feliz, por fin, mi más preciado deseo se había cumplido, Ella y yo ya estábamos casados, ya eramos un matrimonio, dentro de mi interior, yo ya sabía que todo aquello era un sueño, pero un sueño que siempre he deseado vivir. Ella se veía tan hermosa así vestida, estaba tan bella, y su sonrisa iluminaba todo el Salón. No me importaba que todo esto fuese un sueño, de lo único que estaba seguro era de que no quería despertarme. No quería que este sueño se desvaneciera, no quería que se acabase, me negaba,,, me negaba a abrir los ojos, si los abría toda esta felicidad se esfumaría.
Pero los sueños, son sueños, y tarde o temprano hemos de volver a la cruda realidad, tarde o temprano los sueños tienen que acabarse, aunque no queramos estos sueños no duran para siempre.
Un dulce y cálido beso consiguió despertarme, y al sentir esos labios sobre los mios, abrí los ojos. Y ante mí pude ver su hermoso rostro, me observaba detenidamente con una hermosa sonrisa, adornando su bella cara.
- ¡Buenos días, Mi Amor!- le saludé mientras estiraba mis brazos, intentando desperezarme.
- ¡Buenos días, Vida Mía!- me devolvió Ella el saludo, a la vez que volvía a besarme en los labios.
- ¡He dormido de maravilla!- le informé a Ella, mientras me incorporaba y me sentaba en la cama.
- Se nota.- me dijo con una pícara sonrisa.- parece que os habéis levantado de muy buen humor.
- ¿Sabéis? He tenido un maravilloso sueño durante esta noche.- le informé a Ella.- El mejor sueño que he tenido nunca.
- ¿Tan bueno fue ese sueño?- me preguntó Ella.
- El mejor sueño del mundo.- le respondí.- He soñado con nuestra boda, por fin conseguía casarme con vos. Por fin eramos un matrimonio.
- ¿Y erais feliz?- volvió a preguntar.
- Pues claro que sí.- le respondí frunciendo el ceño.- Siempre he deseado eso, aunque ya sea imposible, siempre he deseado casarme con vos.
- ¡Lo sé, Amor Mio, ya lo sé!- me dijo Ella susurrándome al oído.- Recordad que yo también estaba en ese sueño.
- ¿Que queréis decir?- le pregunté con curiosidad.
- Que yo también he vivido ese sueño.- me informó regalándome una pícara sonrisa.- y lo recuerdo todo, todo lo sucedido en ese sueño.
- ¿Hemos tenido el mismo sueño?- le pregunté.
- Sueño o realidad, que más da.- remarcó Ella.- Lo verdaderamente cierto, es que ambos eramos muy felices en esa experiencia.
- Sí, tenéis toda la razón del mundo.- le dí la razón.- me sentí muy feliz, muy, muy feliz, por que conseguí casarme con vos, un sueño hecho realidad, me da igual que haya sido un sueño, pero esa felicidad ha sido real y aún la guardo en mi corazón.
- Sí, yo también lo guardo en mi corazón.- me dijo.- me ha encantado casarme con vos, y bailar ese precioso Vals.
- A mí también me ha encantado.- le dije a la vez que le daba un apasionado beso.- Vos y yo unidos en matrimonio.
Pero esta conversación se terminó, puesto que no podía pasarme todo el día en la cama con Ella, tenía obligaciones que atender, tenía trabajo que hacer. Tenía que revisar las cuentas de la Hacienda, ocuparme de mandar los pedidos que mis clientes solicitaban, y sobre todo de pagar las nóminas de los trabajadores, que ya era tiempo de pagarles su salario. Para luego tener la tarde libre, y así poder continuar con las clases de equitación, de esgrima y de piano, que le estaba impartiendo a Carlos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

"puesto que no podía pasarme todo el día en la cama con Ella", ESTA FRASE ME HA ENCANTADO, y que lindos que s elos ve d epadre e hijos, me alegro estuvo fantastico el capitulo.. :)