jueves, 16 de diciembre de 2010

ELLA, 6ª Parte: El final del viaje.



 
 
Bajé la colina y atravesé las calles del pueblo, los ciudadanos me miraban sorprendidos, muchos de ellos me reconocieron. Y les escuchaba murmurar.
-Ha regresado...
-Que lástima, ha llegado tarde...
-Que cambiado está, después de tanto tiempo...
 
Los más jovenes parecían no recordarme y al escuchar los comentarios de la gente, les oía preguntar a los mayores:
-¿Quien es este caballero?
-¿Es forastero?
-¿Es alguien conocido?
 
Los murmullos y cuchicheos continuaron mientras seguía mi camino. Muchos de los que me estaban observando al reconocerme me saludaban quitandose el sombrero. Entre esta gente había muchos amigos y conocidos, pero no estaba de ánimos como para devolverles el saludo a todos ellos, simplemente continué camino con la mirada fija hacia el frente y cruzé toda la Villa.
 
Ya estaba bastante oscuro cuando llegué al cementerio. Bajé del caballo y lo até en el pilladero junto a la puerta, me quité mi sombrero y lo coloqué en la silla de montar, recogí las rosas que tenía en mis alforjas, en este momento comenzó a llover, pero no me importaba, empujé la verja, la puerta chirreaba conforme la empujaba y entré en el Campo Santo. Comencé a caminar despacio por aquellos pasillos entre las tumbas, no sé que fuerza me guiaba pero fuí directo a la tumba de Ella, como si ya supiera donde se encontraba, como si Ella me llamara.
 
Allí estaba de pie junto a su tumba, una tumba de mármol blanco, con un busto de Ella en el centro y dos pequeños ángeles custodiandola, uno a su derecha y otro a su izquierda.
 
En mi mano izquierda empuñaba una bellísima rosa roja, simbolo del amor que sentía por Ella, y en la derecha una hermosa rosa negra que simbolizaba todo el dolor que en estos momentos inundaba mi corazón. Las empuñaba con tanta fuerza que la sangre empezo a frotar entre mis dedos, una sangre que salían de las heridas que sus espinas me habían causado.
 
Mi sangre comenzó a gotear sobre la tumba de mi amada, las gotas de sangre se mezclaban con las gotas de lluvia que estaban cayendo, de igual modo que esta lluvia se mezclaban con mis lágrimas en mi rostro.
 
Caí de rodillas sobre la tumba llorando como llora aquel que ha perdido lo que más quiere, aquel que ha perdido lo más preciado, lo que más desea, lo que más le importa, aquel que ha perdido su razón de vivir, el que ha perdido su corazón, el que ha perdido el amor de su vida.
 
La lluvia, mis lágrimas y las gotas de sangre que salían de las llagas de mis manos se mezclaban sobre el blanco marmol de la tumba de Ella. La lluvia parecía querer limpiar el color rojo de la sangre, pero parecía ser algo imposible de lograr, era mucha la cantidad de sangre que brotaba de mis heridas manos.
 
Estando allí de rodillas junto a su tumba comencé a gritar:
-¿Por qué?, ¿por qué has tenido que morir?
-¿Por qué no he llegado a tiempo?, ¿por qué me tuve que marchar?
-¿Por qué no me quede a su lado, cuidandola y protegiendola? Eso es lo que debí de haber hecho y no huir...
 
Fue entonces cuando deposité las dos rosas sobre su tumba, y del bolsillo interior de mi casaca estraje un anillo que coloqué junto a las flores, era el mismo anillo que años atrás le ofrecí a Ella cuando le propuse matrimonio, desde ese día siempre lo llevaba encima y nunca se separó de mí, de alguna manera me servía para recordarla y no olvidarme de Ella, en ocasiones pensé en deshacerme de este objeto, pero nunca fuí capaz de hacerlo, no me atrevia a desprenderme de él.
 
Quería arrancarme este dolor que me estaba destrozando, y para intentarlo grité con todas mis fuerzas hasta destrozarme la garganta. Mi alarido debió escucharse en el mismo cielo, pues de allí me respondieron con un rayo que iluminó los cielos, y el trueno que le acompañaba soñó tan fuerte que parecía como si el mismo cielo se hubiese quebrado, mientras a su vez la lluvia se hizo más intensa.
 
Mirando a los cielos comencé a maldecir:
-¡Malditos, malditos seais! Os la habéis llevado dejandome a mí con este terrible dolor, ¡yo os maldigo!....
-¿Cual era su pecado, para castigarla con la muerte?
-¿Por qué me la habéis arrebatado?
 
Con el ruido de la tormenta y con mis gritos, no me percaté de que a mi espaldas se había acercado alguien.
-¡Hola Cariño! Me han informado de tu regreso, y sabía que estarías aquí.- me dijo la voz de una dama.
 
Me incorporé y me limpié el rostro con la manga de mi casaca, no quería que nadie viera lágrimas en mis ojos. Me dí la vuelta y ví a una dama, una dama acompañada por un criado que la cubría con un paraguas que portaba en su mano derecha y en la izquierda sostenía un candil, cuya ténue luz iluminaba el rostro de esta dama, no necesitaba verla para saber quien era, pues al escucharla hablar ya la había reconocido por su voz.
 
-¡Mi Señora!- le respondí haciendole una reverencia.
 
En ese instante todo se me volvió oscuro y me desplomé cayendo sin sentido sobre el barro, junto a la tumba de Ella

3 comentarios:

Anónimo dijo...

precioso, triste, maravilloso!!!!!!!!!!!!!!!!!!!

fantastico!!!!!!

senti ese dolor...lo senti al igual que el...

es tan triste....este capitulo y el anterior han sido tan tristes y maravillosos....

y la musica...por dios!!!....es preciosa...

ya me puse triste...

es increible la gran historia que has creado y como ha evolucionado en cada capitulo..

mis felicitaciones Sir Batoosahi...lo haces muy muy bien...

besitos y abrazos para ti

PD. me pregunto quien es la dama que se acerco a el.

MaRy dijo...

Batoosahi..... Por dios.... ha sido precioso... a la vez que triste y desgarrador... me has echo llorar..... precioooso, en serio.. tienes un talento especial para la escritura...me ha encantado.... superhipermega encantado.. Muchas felicidades (:

Arwen★ dijo...

Maravilloso como escribes...un relato tan hermoso que me puso el vello de punta...quien sera la Dama o es que su amada se le ha presentado como un angel que viene a buscarlo??....ainssss sigo leyendo....gracias por esta hermosa historia...besitossss