Barre las delicadas cuerdas, Músico,
Con tu larga y hábil mano en llagas;
Abajo arden las velas estrelladas,
Se hunden suavemente en la arena;
El viejo sabueso en sueños se queja,
Las brasas arden apenas;
A través de los muros las sombras llegan,
Pasan y se quedan.
Barre tiernamente las cuerdas, Músico,
Los minutos se tornan horas;
La helada sobre el marco sin viento
Teje un laberinto de flores;
En el aire que oscurece los fantasmas se demoran,
Oyendo por la puerta abierta;
La música los llama, los invita a soñar,
Una vez más, con regresar al hogar.
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