Ella se sentó y cantó siempre,
junto a las orillas verdes del arroyo,
viendo a los peces saltar y jugar,
bajo el alegre rayo del sol.
Yo me senté y lloré siempre,
bajo lo más sombrío de la luna,
viendo los capullos de mayo,
bañando con lágrimas el arroyo.
Lloré por la memoria;
ella por la esperanza:
mis lágrimas se ahogaron en el mar,
su canción murió en el aire.
4 comentarios:
Siento no visitarte a menudo... pero entre una cosa y otra no encuentro ningún hueco. Lo último es una tendinitis en la mano derecha, la tengo desde el mes pasado y no se termina de acabar.
Un saludo!
Vaya pues casi seria mejor que se pusieran de acuerdo a la misma hora y compartiesen sus historias tan distintas, quiza les fuera mejor
un abrazo amigo
Qué precioso poema, me gustó mucho... que buena elección.
Un beso grande querido amigo.
Samantha... No te preocupes por ello, yo últimamente tampoco tengo mucho tiempo. Ahora solo piensa en recuperarte de esa tendinitis. Besos.
Sabores... Jejejeje,,, pues si, seguro que lo pasarían mucho mejor. Un gran saludo.
Lúján... Yo es que tengo un buen gusto, jejeje... Besos.
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