La Tierra que urdió la Rosa,
también es tu Madre, y no yo.
La llama donde brilla el espíritu de vuestra doncella
no fue encendida en ningún lugar
en el que yo haya reposado.
Yo existo tan abajo como el cielo sobre tí.
Era tu fuente y tu ángel, más no podía amarte.
Ofréceme tu consuelo,
alivia este tierno anhelo.
Vuestro sobrenatural encanto me vencerá,
una mano de hierro y un corazón de acero
golpearán, quebrarán y mutilarán,
sin sentir mis lamentos mientras muero.
Vuestra indiferencia es mi infierno,
allí soy débil, infinitamente pequeña.
2 comentarios:
Bueno las penas son siempre un buen tema para hacer poemas y buenos, no tiene por que ser al contrario
un abrazo amigo
la foto esta mazo chula
Sabores... Del dolor y la pena salen muy bellos poemas. Feliz semana.
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