Con cálida aflicción, al fin se deshizo el largo beso:
y como las últimas gotas repentinas caen
del resplandeciente alero cuando la tormenta ha huido,
a solas vaciló el latir de sus corazones.
Sus pechos se apartaron, con el brotar abierto
de las flores nupciales a su lado, extendidas
desde el tallo unido, más aún sus bocas ardiendo
se acariciaron donde yacían separadas.
El sopor los hundió más profundamente que la marea
de los sueños, y sus sueños los vieron sumergirse
y escapar. Delicadas sus almas flotaron de nuevo
por esplendores acuáticos, y, ahogados, grises
objetos del día; hasta que por un prodigio
de leños nuevos y corrientes él se despertó y más
se maravilló: pues ella estaba a su lado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario