domingo, 27 de marzo de 2011

UNA NUEVA VIDA. 5ª Parte: María.



Tras una larga charla con la Señorita María, no podía negar que esta chica cada vez me caía mejor, y Carlos parecía entusiasmado, aunque él estaba muy callado, nunca lo había visto así, tan silencioso, parecía que se le había comido la lengua el gato, Carlos no despegaba los ojos de la Señorita María, tal parecía que el jovencito estudiante se había enamorado de la joven profesora, esto me parecía muy gracioso.
- ¡Muy bien, Señorita María!, ¿Cuando puede empezar con su trabajo?- le pregunté.
- Pues, cuando vos lo dispongáis.- me contestó.- Solamente tengo que recoger mi equipaje de la posada del pueblo, para poder alojarme aquí.
- Permitidme, que os ayude con eso, mandaré un carruaje para traer vuestro equipaje.- le ofrecí.
- Gracias, pero no quisiera ser una molestia.- respondió con su sonrisa habitual en el rostro.
- Para nada, es una molestía, todo lo contrario.- le contesté.
Entonces me volví hacia Carlos, que seguía ensimismado mirando a la Señorita y muy amablemente le pedí:
- ¡Por favor, Carlos!, ¿podrías avisar a Juan para que venga a verme lo antes posible?
Carlos sin mediar palabra, asintió con la cabeza, y salió de la biblioteca. Demonio de chico, si que estaba raro desde que vió a la nueva profesora.
En cuestión de un par de minutos, Juan llamaba a la puerta.
- Da su permiso, Señor.- decía Juan desde la puerta, con una picarona sonrisa.
- Adelante, Juan, pasa.- le pedí, con una media sonrisa en mi cara.
- ¿En qué puedo servirle, Señor?- me preguntó.
- Por favor, manda a alguien con un carruaje para que lleve a la Señorita María a la posada, para recoger su equipaje.- le pedí.
- Yo mismo me ocuparé de este menester, Señor.- me respondió Juan.
- Muy bien, Juan, ocupaos de ello.- le dije.
- Todo arreglado, Señorita, Juan os acompañará y os ayudará en lo que necesitéis, podéis confiar en él, es mi hombre de confianza, además de un buen amigo.- le dije a la profesora.
- Muchas gracias, Señor, estaremos de vuelta en poco tiempo.- me respondió la Señorita.
- Señorita, por favor, ¿podéis acompañarme?- le pidió Juan a la Señorita María.
- Con vuestro permiso Señor.- se despidió Juan conforme abandonaba la biblioteca.
- Hasta dentro de unas horas.- se despidió la Señorita María que acompañaba a Juan.
- Hasta dentro de un rato.- me despedí de ambos.
Juan, sacó una calesa de las cocheras y acompañó a la Señorita María a la posada, para cancelar su estancia en esta y recoger su equipaje, para poder así alojarse en la Hacienda. De regreso a la Hacienda, Juan llevó el equipaje de la Señorita a su nueva habitación y le mostró su nuevo alojamiento a la Señorita María. La nueva profesora se acomodó en su habitación, su habitación era muy espaciosa, con una gran y comoda cama, un gigantesco guardaropa, donde poder guardar sus vestiduras, también disponía de un escritorio donde poder preparar su trabajo y de librerias donde poder colocar sus libros, un gran sofa donde descansar y relajarse, junto al calor de una gran chimenea, y esta habitación tenía un gran balcón con vistas al inmenso y precioso jardín de la Hacienda.
- Espero que la habitación sea de su agrado, Señoria.- le dijo Juan.
- Gracias Juan, es,,, es perfecta, es mucho mejor de lo que me esperaba.- respondió muy contenta a la vez que examinaba la estancia de arriba a abajo.- me encanta y las vistas al jardín son maravillosas, desde aquí se puede percibir el delicioso perfume de las flores.
- Me alegra que se sienta tan agusto.- le replicó Juan.- Ahora la dejaré a solas, para que pueda deshacer su equipaje, en cuestión de poco tiempo, será la hora del armuerzo, y vendré a buscarla, para acompañarla al comedor.
- Muy bien Juan, esperaré a que venga a buscarme, gracias por todo.- le agaradeció la Señorita a Juan.
- De nada Señorita, todo un placer.- le respondió Juan, mientras le sonreía.
- Solo una cosa más Juan, por favor, llameme por mi nombre, María.- le pidió.
- Como gustéis, María, en breve vendré a buscaros.- le contestó Juan, antes de salir de la habitación.
- De nuevo, gracias por todo.- se despidió Maria.
Juan dejó a María en sus nuevos aposentos, y se dirigió a mi despacho, donde me encontraba revisando los libros de cuentas con Carlos, que siempre me ayudaba con tales tareas, le entusiasmaba ayudarme con estas cosas.

Estabamos los dos ocupados con las cuentas cuando llegó Juan al despacho, con una sonrisa de oreja a oreja.

- Da su permiso, Señor.- pidió Juan.
- Anda, pasa, que contigo quería yo hablar.- le autoricé.
- Sí Señor, ¿de que queríais hablarme?- preguntó con una sonrisa picarona.
- Mira que eres granuja.- le dije.- Que callado te tenías lo de la Señorita María, por lo menos podías habernos avisado que el profesor que habías buscado era una chica.
- Y además muy guapa.- resaltó Carlos.
- La verdad es que me pareció divertido ocultar ese detalle.- reía Juan.- Si os hubiérais visto las caras cuando María entró en la biblioteca.
- Si la verdad, es que me quedé perplejo.- le dije.
- Y yo me quedé sin habla.- remarcó Carlos.
- Si, si, si, fue muy gracioso, jajajaja...- seguía riendose Juan.
- Me agrada que te divertieras tanto.- le recriminé.- Pero dime, ¿como se encuentra la Señorita María?
- La verdad es que parece muy contenta por su habitación.- me contó.- en estos momentos, se encuentra en su alojamiento deshaciendo su equipaje, dentro de un momento iré a buscarla para tomar el almuerzo.
- Muy bien, tengo una idea.- le dije.- Creo que como hace un dia tan agradable, sería bueno que tomasemos el almuerzo en el jardín.
- Es una idea estupenda.- decía Carlos.
- Genial, Señor, ahora mismo doy el aviso para que sirvan el almuerzo en el jardín.- me informó Juan.
- Un momento Juan, también me gustaría que te uniéras a nosotros en el almuerzo.- le pedí.
- Como queráis, Señor.- aceptó Juan.- En seguida doy el aviso, y después acompaño a María hasta el jardín.
- Muy bien Juan, en breve nos vemos en el jardín.- le informé.
- No me retraso, Señor.- me dijo Juan, antes de salir del despacho.
Tras esta conversación Juan informó a la servidumbre de los cambios de planes a la hora de tomar el almuerzo, y se fue a buscar a María a su alcoba. Cuando Juan y María llegaron al jardín, la mesa ya estaba servida, Carlos y yo ya estabamos sentados a la mesa, esperando la llegada de nuestra invitada. Al verlos salir al jardín me puse en pie y me acerqué a la Señorita, y ofreciendole mi brazo la acompañé hasta su asiento.
- Espero que su nuevo alojamiento sea comodo y de su agrado.- le dije.
- Es perfecta, la habitación es grandiosa, la verdad que es mucho mejor de lo que yo me esperaba, gracias por todo, es una habitación muy acogedora.- agradeció la muchacha.
- No es para tanto, me agrada que os guste tanto vuestra habitación, si necesitáis cualquier cosa, no tenéis más que pedirla.- le ofrecí.
Una vez que llegamos a la mesa, le ayudé a acomodarse en su asiento, cosa que ella me agradeció con una gran sonrisa.
Solamente eramos cuatro en la mesa; Carlos, Juan, La Señorita María y yo, estuvimos almorzando cordero asado con verduras, ensalada, un vino tinto afrutado de mis viñedos, y fruta proveniente de los frutales de la misma Hacienda, manzanas, melocotones y peras.
Al parecer a la Señorita María no le gustaba el cordero, pues ni siquiera lo provó, solo comía las verduras asadas que acompañaban al cordero, ensalada y fruta.
- Veo que no habéis provado bocado de cordero.- le comenté.- ¿acaso no es de vuestro agrado?, puedo ordenar que os preparen otra cosa enseguida, solamente pedid lo que os apetezca.
- ¡No por Dios!- respondió ella.- Lo que ocurre es que yo no suelo comer carne, prefiero las verduras y las frutas. Gracias por vuestra preocupación, pero no es necesario que os molestéis por mí.
- No sería ninguna moléstia, tan solo deseo que os sintáis aquí como en vuestra propia casa.- apunté.
- Gracias, pero os repito que no es preciso que os molestéis por mí.- volvió a repetir.- Perdonadme, pero.... ¿no he conocido aún a la Señora de la casa?
- No hay ninguna Señora de la casa.- le contesté.
- Lo siento, no sabía que erais viudo.- se disculpó.
Al decir estas palabras Juan la miró muy fijamente, detalle del cual la Señorita María se percató de inmediato.
- Perdón, ¿he dicho algo indebido?- Se disculpó la profesora.
- No para nada.- le respondí.- Es cierto, que la persona que más he amado en esta vida, ahora no está con nosotros, pero nunca llegamos a contraer nupcias, aunque si que podría decirse que de algún modo soy viudo.
- Disculpadme, de ninguna manera pretendía molestaros, con tristes recuerdos.- me dijo la señorita muy apenada.
- No tenéis que disculparos, vos no conocíais nada de este asunto.- le respondí.
- Bueno, al menos tenéis un hijo sano y parece muy inteligente.- remarcó la profesora, cambiando de tema.
Al oir estas palabras, Carlos, Juan y yo nos reimos a carcajadas ante la mirada estupefacta y llena de sorpresa de la Señorita María. Ella frunció el ceño intentando comprender que nos resultaba tan gracioso.
- Por favor disculpadnos.- le pidió Juan.
- Él no es mi padre.- le informó Carlos.
- ¿No es vuestro hijo?- me preguntó.
- No lo es, Señorita.- le contesté.- Carlos es huérfano, su madre murió al nacer él y su padre era un trabajador de esta Hacienda, y cuando este murió se quedó aquí con nosotros.
- Lo lamento, Carlos, lo siento mucho.- la Señorita se disculpó.
- ¿Por qué? Yo quería mucho a mis padres, y siempre los echaré de menos, pero la verdad es que estoy muy contento con la vida que llevo y ahora soy muy feliz.
- Vale, ya que hemos terminado de almorzar.- apunté.- ¿Le apetecería dar un paseo por el jardín y los alrededores, Señorita?
- Me parece una buena idea, para hacer la digestión.- respondió.- Pero con una condición.
- Pedid lo que queráis.- le concedí.
-Tan solo dejad de llamarme Señorita, llamadme simplemente María.- me pidió.
- Como queráis, María, si es vuestro gusto.- le dije.
- Si lo es, muchas gracias.- agradecía con una gran sonrisa.
Después del almuerzo los cuatro dimos un largo paseo por los jardines y por las plantaciones de la Hacienda, disfrutando de unas bellísimas vistas y de una agradable conversación, que nos sirvió para conocer mucho mejor a María, y a la vez a María le sirvió para conocernos a nosotros más a fondo.
Durante este paseo yo le conté mi historia con Ella, y María entendió como era eso de que de alguna manera yo me sentía como un viudo.
Y María nos contó lo de su desengaño amoroso, resultó que había vivido un romance con un hombre del que ella estaba estaba muy enamorada hasta que averiguó que era un hombre casado y decidió viajar por el sur de España para olvidar ese amor, y este empleo le vino de fábula, ya que se estaba quedando sin dinero, y buscaba un trabajo desde hacía algun tiempo. 

3 comentarios:

Anónimo dijo...

que lindo capi... estuvo genial muero por saber mas... dale sigue subiendo capitulo.. XD

Anónimo dijo...

el pequeño Carlos en un picaro...pero me encanta!!!!

es un niño tan tierno..ivertido y muy inteligente

ha sido un capitulo fantastico....

cada vez lo haces mucho mejor Sir Batoosahi...

por cierto....con la señorita Maria...habra algo???

mucho besos y abrazos para ti

MEINSÜNDE dijo...

VVayaa desconcierto llee han creado a la ppobree María !!!!!!
Aunque sé qquee ha sido ccircunstanciall...

Qué ccomplacientee está él con ella eeehhhh !!
Tiempo al ttiempoo...

- Muchos bbesoss Batoosahi -