Amor, nada excepto tú
habría roto este sueño repentino,
un reflejo destinado, excesivo,
intenso para ser apenas un fantasma.
Es sabio de tu parte despertarme,
mas mi sueño nunca desgarras:
eres tan cierta que pensarte alcanza
para volver verdad sueños y ficciones;
entra en estos brazos, ya que decidiste
que no soñara mi sueño completo,
juntos, actuemos el resto.
Como un relámpago, o la luz de una vela,
tus ojos me despertaron,
al principio creí (pues amas la verdad), que eras un ángel,
hasta que vi que veías por dentro
mi corazón y mi centro
mejor que los Ángeles,
que sabías de mi sueño -que estaba soñando-,
y en qué momento me despertaría.
Viniste y confieso que entonces
habría sido herejía creer
que tú no fueras otra que tú.
Venir y quedarte conmigo te reveló,
pero levantarnos me hace preguntarme
si tú aún eres tú.
Débil es el amor si enfrenta al miedo,
ya no es espíritu puro, certero,
si en él se funden el miedo, vergüenza y honor.
Tal vez como una antorcha imprevista,
así me tratas tú, pues vienes para iluminarme,
y te vas para volver.
Entonces yo soñaré esa misma esperanza,
Una vez más, o si no moriré.
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