No es la muerte la que algún día, en un suspiro,
Torne este aliento altivo en una ráfaga muda;
La que algún día tome estas estrellas brillantes
Y las disuelva en una nocturna oscuridad;
La que decida aniquilar esta carne conciente,
Y todas las primaveras rubicundas declare olvidar;
La que sentencie: todos los pensamientos cesarán,
Y el duende inmortal será enterrado bajo la arcilla;
No es la Muerte saber esto,
Saber que los pensamientos piadosos
Que llegan a las tumbas nuevas en peregrinación,
Serán debidamente abandonados,
Y cuando la hierba se agite sobre el caminante,
Tal vez, en las mentes de hombres ya no habrá resurrección.
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