Dos terrores atormentan mi alma noche y día:
El primero es la Vida, y con ella el tiempo;
Un cansado y lánguido tren de miserias,
Con ojos anhelantes, demasiado tristes para llorar;
Sobre cuyos rostros, pálidos y grises,
Se extiende la sombra de un infortunio.
La muerte es el segundo terror;
¿Bajo qué forma su manto negro se acercará?
Mi alma no encuentra alivio en la elección,
Podrá ser golpeada más nunca consolada;
Ella se balancea entre pena y dolor,
Atrapada entre dos términos, sacudida.
De uno teme lo que ya conoce,
Del otro, sus benditos horrores desconocidos.
El primero es la Vida, y con ella el tiempo;
Un cansado y lánguido tren de miserias,
Con ojos anhelantes, demasiado tristes para llorar;
Sobre cuyos rostros, pálidos y grises,
Se extiende la sombra de un infortunio.
La muerte es el segundo terror;
¿Bajo qué forma su manto negro se acercará?
Mi alma no encuentra alivio en la elección,
Podrá ser golpeada más nunca consolada;
Ella se balancea entre pena y dolor,
Atrapada entre dos términos, sacudida.
De uno teme lo que ya conoce,
Del otro, sus benditos horrores desconocidos.
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