miércoles, 18 de enero de 2012

A LAS DAMAS, DE LADY MARY CHUDLEIGH.

Esposa y sirvienta son lo mismo,
pues sólo se diferencian en el nombre,
cuando del fatal anillo surge un abismo;
que nada, nada puede separar.
Cuando ella obedece la solemne palabra,
que el hombre en ley suprema ha formulado,
todo lo amable queda entonces sepultado,
y sólo permanece la posesión, y el orgullo.
Feroz como un príncipe oriental, él crece,
revelando al fin toda su soberbia innata.
Para mirar, reír o hablar,
sus votos no lo sujetan,
pero a ella, a una infinita soledad la condenan,
resignando para siempre toda libertad.
Así será gobernada bajo su mando,
temiendo a su esposo como a una deidad.
A él debe obedecer, a él debe servir,
sin jamás actuar, sin jamás decir;
hasta que en su arrogancia repose, confiado,
dueño del poder, sobre un panteón adorado.
Evitad, dulces doncellas, aquel indeseable estado,
y toda esa adoración que supura odio.
Valoraos a ustedes mismas, y despreciad a los galanes.
Recordad que si sois orgullosas, seréis sabias.

2 comentarios:

Gemma dijo...

una buena descripción de lo que es el matrimonio para una sociedad machista, patriarcal y misógina... la dignidad y el orgullo es lo único que puede hacer huir a una mujer de un marido déspota que no la merece por no amarla como debería y poder empezar una nueva vida, con amor de verdad, quizás, algún día, cuando se cure de sus heridas... Gracias, un abrazoooo!!

BATOOSAHI dijo...

Dicen que la sociedad cambia con los tiempos, pero aun hay gente atascada en el pasado, que no saben mirar hacia el futuro. Gracias por tu comentario, Gemma,,, un fuerte abrazo!!!