martes, 19 de junio de 2012

PENA, DE MARY ELIZABETH COLERIDGE.


La Tierra que urdió la Rosa,
también es tu Madre, y no yo.
La llama donde brilla el espíritu de vuestra doncella
no fue encendida en ningún lugar
en el que yo haya reposado.
Yo existo tan abajo como el cielo sobre tí.
Era tu fuente y tu ángel, más no podía amarte.

Ofréceme tu consuelo,
alivia este tierno anhelo.
Vuestro sobrenatural encanto me vencerá,
una mano de hierro y un corazón de acero
golpearán, quebrarán y mutilarán,
sin sentir mis lamentos mientras muero.
Vuestra indiferencia es mi infierno,
allí soy débil, infinitamente pequeña.

2 comentarios:

Sofía dijo...

Batoosahi, menudo poema lleno de dolor y rabia, sentimientos que hacen que las palabras a la hora de componer sean mas desgarradoras. Saludos.

BATOOSAHI dijo...

Por eso me encanta este poema.
un beso Sofia.