Aquí está el problema, una maravilla para todos.
¡Mirad la fascinante cosa que tengo en mi mano!
Sorprendente magia, un misterio extraño,
como un milagro difícil de entender.
¿Qué es esto? Sólo un puñado de tierra: Para el tacto,
un áspero polvo seco que se agita bajo los pies,
oscuro y sin vida; pero piensa por un momento
¿cuántas bellezas se ocultan a los ojos, amargas o dulces?
¡Piensa en la gloria del color! El rojo de la rosa,
en las miríadas verdes de hojas y en los campos de hierba,
amarillos tan brillantes como el sol golpeando los narcisos,
púrpura donde las violetas lloran ante la brisa que pasa.
Piensa en las múltiples formas del roble y de la vid,
de nueces y frutas, de racimos y filas apretadas de maíz;
piensa en el anclado lirio de agua, una cosa divina,
desplegando su nieve deslumbrante al beso de la mañana.
Piensa en los delicados aromas nacidos de la tempestad,
en los dorados sauces respirando el perfume de la primavera,
en el aliento luctuoso de las flores pálidas,
en la semilla melodiosa flotando sobre los capullos,
huyendo de la daga lacerante de las ortigas.
Es extraño que aquello oscuro y sin vida nos de el vino,
la flor y el árbol, colores, formas, y fragancias también;
que la madera que construye la casa, al barco en su mar,
de este polvo extraiga su fuerza y su voluntad.
Que el cacao entre las palmas, su leche ha de absorber
de este polvo seco, mientras nutre en el mismo suelo
diversas y dulces frutas: Que nuestra brillante seda,
en las hojas de la morera, deben ceder ante la lentitud del gusano.
¿Cómo puede la adormidera robar su sueño de la misma fuente
dónde brota el jugo de la vid, que puede enloquecer y alegrar?
¿Cómo puede la maleza encontrar el sustento para su tejido grueso
dónde los lirios lucen orgullosos sus pétalos de cielo?
¿Quién ha de sondear el pensamiento profundo de Dios?
Sólo podemos alabar, ya que no podemos comprender;
pero en este mundo no hay enigma más hermoso
que aquel oculto en mi mano, en este puñado de polvo.
¡Mirad la fascinante cosa que tengo en mi mano!
Sorprendente magia, un misterio extraño,
como un milagro difícil de entender.
¿Qué es esto? Sólo un puñado de tierra: Para el tacto,
un áspero polvo seco que se agita bajo los pies,
oscuro y sin vida; pero piensa por un momento
¿cuántas bellezas se ocultan a los ojos, amargas o dulces?
¡Piensa en la gloria del color! El rojo de la rosa,
en las miríadas verdes de hojas y en los campos de hierba,
amarillos tan brillantes como el sol golpeando los narcisos,
púrpura donde las violetas lloran ante la brisa que pasa.
Piensa en las múltiples formas del roble y de la vid,
de nueces y frutas, de racimos y filas apretadas de maíz;
piensa en el anclado lirio de agua, una cosa divina,
desplegando su nieve deslumbrante al beso de la mañana.
Piensa en los delicados aromas nacidos de la tempestad,
en los dorados sauces respirando el perfume de la primavera,
en el aliento luctuoso de las flores pálidas,
en la semilla melodiosa flotando sobre los capullos,
huyendo de la daga lacerante de las ortigas.
Es extraño que aquello oscuro y sin vida nos de el vino,
la flor y el árbol, colores, formas, y fragancias también;
que la madera que construye la casa, al barco en su mar,
de este polvo extraiga su fuerza y su voluntad.
Que el cacao entre las palmas, su leche ha de absorber
de este polvo seco, mientras nutre en el mismo suelo
diversas y dulces frutas: Que nuestra brillante seda,
en las hojas de la morera, deben ceder ante la lentitud del gusano.
¿Cómo puede la adormidera robar su sueño de la misma fuente
dónde brota el jugo de la vid, que puede enloquecer y alegrar?
¿Cómo puede la maleza encontrar el sustento para su tejido grueso
dónde los lirios lucen orgullosos sus pétalos de cielo?
¿Quién ha de sondear el pensamiento profundo de Dios?
Sólo podemos alabar, ya que no podemos comprender;
pero en este mundo no hay enigma más hermoso
que aquel oculto en mi mano, en este puñado de polvo.
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